Los Chicago Bulls están en plena caída libre. Anoche fueron vapuleados por Miami Heat con porcentajes de anotación del rival complicados de ver. Clasificarse para Playoffs ha pasado de considerarse un camino rutinario a poco menos que una proeza.
Y en todo este teatro inesperado, surge la figura de Derrick Rose, inmune y esquivo al paredón de fusilamiento al que está sometido su equipo. Si a principios de temporada nos hubieran dicho que el ex MVP estaría jugando a gran nivel, daríamos por hecho que sus Bulls estarían peleando por la cima del Este y plantando cara a tiranos como los Cavs. Axioma destruido.
En la ‘Windy City’ se vive la particular paradoja de que el mejor mes en lo personal de su playmaker titular, coincide con el más desastroso a nivel colectivo. Anoche, tras la somanta heat, Rose describía sus sensaciones individuales en su retorno tras perderse un par de encuentros. «Estoy bien», decía a la conclusión del choque. «Me encanta la forma en que he conducido el balón. El viento debe soplar un poco más a nuestro favor, pero me gusta la forma en que he jugado».
Su técnico, Fred Hoiberg, también se pronunciaba. «Me ha gustado como se ha entregado Rose cuando ha salido ahí. Encestamos 111 puntos. Debemos ganar el partido cuando metemos 111 puntos. Se trata de cambiar nuestro esfuerzo colectivo en defensa».
Un gran mes de febrero
En esta última madrugada Rose anotó 17 puntos. Su mes de febrero ha sido sobresaliente, lo que hace más raro todavía el desplome de Chicago. Ocho partidos en los que ha promediado 21,9 puntos, 6 asistencias y 5,6 rebotes; todo ello con porcentajes de 43,9 en tiros de campo y superando por primera vez este curso el 30% (31,6) desde el triple. Esto, todo hay que decirlo, ha coincido también con su mes menos cuidadoso en cuanto a lo de mimar el balón: 3,3 pérdidas por partido, su cifra más alta en este apartado.
Esta falta de sinergia, hace que giremos inevitablemente la cabeza hacia la enfermería, donde sigue recuperándose Jimmy Butler…