Nadie duda de que el brillo de los Warriors en el último lustro ha llegado a través de un ataque casi perfecto. Con Stephen Curry y Klay Thompson ya eran un enorme probelma para sus rivales, y cuando incorporaron a Kevin Durant directamente se convirtieron en pesadilla. Pero en una competición tan dura como la NBA no solo se puede ganar a base de meter puntos. Por eso una pieza como Draymond Green es elemental.
El ala-pívot de los de Oakland, para muchos el mejor defensor de la Liga, se ha ganado tal consideración a pulso con enormes actuaciones a lo largo de su carrera, pero como es lógico, no nació sabiendo. Llegado a la bahía en 2012, su aterrizaje coincidió con el de un jugador que puso mucho de su parte para que Green sea hoy quien es. Nos referimos a Andrew Bogut, un pívot cuyo físico nunca estuvo a la altura de su inteligencia en pista.
Actualmente jugando en Sydney, donde vive los últimos años de su carrera ya lejos de la NBA, Bogut escucha ahora los elogios y agradecimientos de Draymond, quien asegura que su actual éxito a nivel defensivo se lo debe a las enseñanzas del australiano.
«Me enseñó a defender en el poste. En mi primer día en Golden State ya me estaba enseñando cosas diferentes que podía hacer y que no se aprenden en la universidad. Todo ese año estuvo instruyéndome sobre el posicionamiento. No sería la mitad de defensor que soy sin Andrew Bogut. Me enseñó muchísimo. Debo mi éxito defensivo a Bogut», explica en una entrevista con ABC/ESPN.
Reconocimientos
Green puede estar tan orgulloso de lo conseguido como de la tutela de Bogut. En 2017 fue elegido Mejor Defensor del Año y en hasta tres ocasiones ha formado parte de alguno de los mejores quintetos defensivos. Y más allá de los premios, ha sido el ancla de unos Warriors propulsados por un small-ball en el que su dinamismo e intensidad han marcado la diferencia. Cierto es que su físico es muy superior al de Bogut, pero en colocación y anticipación, dos habilidades fundamentales, las clases del australiano han podido poner su grano de arena.