La relación interna de Kevin Durant con la franquicia de Golden State Warriors debe ser una revolotijo de sentimientos. Un consomé con notas de invierno y primavera, y al que le sigue un puré de guindillas.
Durante tres años vivió en una burbuja. En su interior, un Durant agasajado y querido ganaba dos anillos de campeón y sendos MVPs de las Finales para el equipo de Oakland. Fuera de ella, el desgarrador grito de Minerva McGonagall resonaba como un himno al paso de quien eligió ganar a cualquier precio: incluído el respeto del fan.
Sin Devin Booker, el resto no es suficiente
Seis años han pasado desde que KD35 abandonó aquel barco, y si miramos hacia atrás, algunos dirán que el coste personal valió la pena. Después de todo, ni antes (nueve temporadas) ni después (seis más), Durantula ha vuelto a experimentar la gloria de ser campeón (los Warriors sí, en 2022).
Ayer, siempre como parte de un megaproyecto supeditado a (al menos) un Big Three, volvía una vez más a la casa de la que se sabe perdedor toda vez que no forma parte de ella.
Y ayer, como si el partido fuese una síntesis de su carrera sin el uniforme warrior, Durant estuvo espléndido toda la velada pero fracasó a la hora rematar con el final.
En frente tuvo a su amigo y excompañero Stephen Curry, quien en los prolegómenos constaba como baja pero finalmente pudo jugar.
Y como un requiem a los viejos tiempos, Steph terminó con el mejor +/- de la velada (+20), agregando 22 puntos a su marcador, así como la canasta del partido en la cara, claro, de KD.
Kuminga: ¿le renovamos o no?
El partido tuvo el sabor de las grandes noches, con Draymond Green anotando el triple número 700 de su carrera profesional al que acompañó con un poco de trash-talk, recordando siempre que con él no existen los grises ni el bando neutral.
Bradley Beal hizo lo que se le espera (28 puntos) pero no lo que se le pide (defensa), y Jonathan Kuminga sumó una nueva batería de argumentos, 34 en concreto, para que Steve Kerr y la directiva de los Warriors al completo no sepa qué hacer con él (último año de contrato y condición de RFA).
El alero de 22 años, irregular como pocos, volvió a partir desde el banquillo para un nuevo derroche de osadía y despliegue atlético, anotando 12 de 20 en tiros de campo,aprovechando el gran movimiento de balón con Green como director de orquesta, y 8 de 12 desde la línea de tiros libres.
Su sensacional actuación en back-to-back, le convierte en el primer jugador de los Warriors desde Cazzie Russell en 1974 en registrar dos partidos consecutivos de al menos 30 puntos, saliendo de suplente.
Sonríe, por fin, el base alemán
Kevin Durant, lo que hemos dicho arriba: bárbaro ofensivamente durante tres mangas y perjudicial para su equipo a la hora de rematar (3 puntos en el último cuarto, 0 de 3 en tiros y 3 pérdidas).
Y por fin, un polvorón entre tanto carbón para Dennis Schröder.
Su único triple encestado de la velada vino tras fallar los seis anteriores y sirvió, nada menos, que para poner a los Warriors por delante, 103 a 104, a falta de poco más de un minuto. Un minuto después, se hacía con el rebote defensivo a tiro de Kevin Durant y forzaba la falta definitiva, siendo clave para sellar un triunfo vital, tanto en lo singular como en lo colectivo, para clausurar este 2024 con una alegría tras un unas últimas semanas de sinsabores.
Por cierto. Buddy Hield sí recenó carbón (0 de 7 en tiros de tres).
(Fotografía de portada Robert Edwards-Imagn Images)