Épico: Boston le remonta 26 puntos a Houston y vence con una canasta de Horford

Otra vez, aunque en esta ocasión parecía imposible. Pero no. Fue posible, porque era Boston. Los Celtics volvieron a remontar un marcador adverso y se llevaron uno de los partidos de este año 2017 que ya termina. Una canasta de Al Horford a falta de tres segundos colocó el definitivo 99-98 en el marcador para los Celtics. Era la primera vez que los Rockets se veían por detrás en el marcador en una velada en la que llegaron a mandar por 26 puntos.

Un 0-12 de salida, con unos aparentemente agotados Celtics, inmersos en un back to back y con bastantes más partidos en la mochila que su rival, marcaba la tónica de lo que iba a ser la primera mitad: paliza sin paliativos. Al descanso se marchaba Boston Celtics hundido (38-62), incapaz de dejar de perder balones, de capturar rebotes ofensivos y de frenar a James Harden o a Eric Gordon. Incapaz, en definitiva, de sostener la sangría que le asolaba por todos los flancos.

Remontada lenta, pero eficaz

Si no hubiera sido porque se trataba de los Celtics, muchos habrían dado por decidida la noche ya antes del inicio del tercer cuarto. Pero los hombres de Brad Stevens están hechos de otra pasta. A la vuelta de los vestuarios, con Kyrie Irving en formato de líder total, el trabajo de los locales fue lento, pero eficaz. Cuando la bocina del tercer cuarto selló la conclusión del periodo, los Celtics habían recuperado el aliento con un parcial de 31-16. James Harden, con 1/9 en tiros de campo en estos minutos, empezaba a señalar que a pesar de sus 34 puntos finales, la jornada se le iba a complicar irremediablemente.

A falta de un cuarto, el bajón de acierto de La Barba y de Eric Gordon había permitido a Boston saltar esa barrera que dicen psicológica, la de los diez puntos (69-78).

La gloria y el desastre

Lo que vino en el periodo definitivo fue una locura, una preciosa locura. El agotamiento de ambos equipos tuvo más peso, sobre todo mental, en unos Rockets que fueron los Celtics de la primera mitad, esto es, un plantel fallón, algo carente de dirección- se echa de menos a Chris Paul – y con la gasolina justa. El cambio de papeles nos dejó por otro lado a unos Celtics ya en volandas del TD Garden. El descuento de los minutos era a su vez una sucesión de errores en un lado y en otro. Pérdidas de balón, triples que no tocaban aro, tiros libres errados. Desacierto en un bando y en otro; los Celtics ya en la nuca de los Rockets, pero incapaces de ponerse por delante en el marcador.

Un triple completamente imposible de Harden parecía dejar la noche en sus manos y el partido en el casillero de Houston, amenazado plantel por el hecho no sólo de perder una ventaja de 26 puntos, sino también por la posibilidad de encadenar su cuarta derrota seguida.

Y Harden, en un par de acciones impropias de un jugador de su nivel, cometió dos faltas de pardillo, si me permiten la expresión. Pero es que este adjetivo es el que mejor ilustra cómo perdió Houston todo. A falta de 7 segundos, un mate de Jayson Tatum, en una jugada ensayada para él, dejaba el 97-98 en el luminoso. Pelota para los Rockets, a los que se les pita una falta en ataque de Harden sobre Marcus Smart sin haber puesto el balón en circulación. Boston saca de banda y Al Horford, con 3 segundos para que todo acabe, sitúa el definitivo 99-98. Pero todavía había más, pues Harden repite la desgracia anterior y vuelve a cometer una falta en ataque, otra vez sobre Smart. Luego, nueva falta sobre Horford, quien falla el primero y el segundo lo tira a fallar intencionadamente para que nada más ocurra ya. Y nada más sucedió.

Épico triunfo en un duelo donde por momentos, lo más interesante en la paliza que le asestaban los Rockets a los Celtics era el debut de Gerald Green en el lado de los texanos o el hecho de que una lesión previa al partido de uno de los colegiados obligó a que la cita se pitará con sólo dos árbitros.  Pero los Celtics, otra vez más, se encargaron de que sólo se hablase de ellos para bien, de remontar el vuelo, de volverse locos y de protagonizar una de las remontadas del año. Orgullo verde.

«Los jugadores podían haberse rendido», apunto Stevens en la rueda de prensa posterior a la hazaña. Pero para fortuna de todos, menos de los Rockets, no lo hicieron.


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