No hay que dar todavía por muertos a estos Lakers. Lo que al descanso parecía el funeral de los angelinos terminó convirtiéndose en una de las victorias más notables de la temporada para los de oro y púrpura, que lograron remontar los 25 puntos de desventaja que tenían para acabar imponiéndose por 112-121 en el Moda Center de Portland. El cuadro de Darvin Ham se llevó por tanto un choque clave ante un rival directo por el play-in, pero, más allá del resultado, se llevó una de esas inyecciones de moral propias de quien siente que ha ganado más que un partido.
Muchos aficionados angelinos habrán vertido al descanso comentarios de los que pueden arrepentirse ahora mismo, pero honestamente, quién puede culparles viendo el segundo cuarto de los suyos. Los Blazers les endosaron un parcial de 45-13 que desnudó por completo al cuadro californiano, exponiendo todos y cada uno de los defectos del equipo y hasta creando defectos nuevos que echarles en cara en un tramo que, si no fue el peor de los Lakers en toda la temporada, pega en el palo. Con Damian Lillard marcando el tempo, Anfernee Simons desatado desde el triple (17 puntos en este cuarto), y los visitantes incapaces de meter el balón en un agujero negro, todo parecía más que sentenciado con el 71-46 que marcaba el electrónico al descanso.
Y sin embargo, la llegada de la segunda mitad cambió por completo el devenir del choque. LeBron James y Thomas Bryant, los únicos responsables de que la paliza al descanso no fuese todavía más escandalosa, empezaron a encontrar por fin apoyo y a hacer crecer al equipo a su alrededor, recobrándole el pulso al encuentro mientras Portland perdía el suyo. En cuanto Simons se apagó, la ofensiva local empezó a tener serios problemas para producir como lo había hecho en la primera mitad, pues nadie fue capaz de tomar el relevo del escolta mientras cada vez más angelinos se apuntaban a la fiesta.
Uno de los que cambió por completo tras el paso por vestuarios fue Dennis Schröder, que tras sumar solo 2 puntos en la primera mitad se fue hasta los 22 en la segunda, 14 de los cuales llegaron en un tercer cuarto que dio un giro de 180 grados al encuentro. Él y LeBron, que anotó 16 en este periodo, hicieron a los de Ham responder con un parcial de 20-40 que hizo prácticamente desaparecer la desventaja, preparándolo todo para unos últimos 12 minutos en los que, cada vez más crecidos y con los Blazers cada vez más hundidos, terminaron de rematar la machada.
James se fue así hasta los 37 tantos, 11 rebotes y 4 asistencias en otra actuación magnífica por su parte, en la que se encargó de aferrar a los suyos a la vida cuando estaban contra las cuerdas y de comandar la resurrección. Similar fue el papel de Thomas Bryant, que terminó con 31 puntos y 14 rebotes tras una noche muy eficaz en la anotación, en la que encestó el 80% de sus tiros de campo incluyendo un 4/5 en triples. Por su parte, Troy Brown Jr. emergió de la nada para erigirse como uno de los pilares del triunfo en el último cuarto, en el que llegaron sus 10 tantos.
«Al descanso teníamos dos opciones: tirar la toalla o salir a por todas en el tercer cuarto e intentar que haya partido otra vez» comentó LeBron. «Nosotros, como competidores que somos, no barajamos tirar la toalla. No es así como se hacen las cosas en este equipo. Hemos pasado por muchas cosas, y quiero que sigamos mejorando en los cierres de encuentros que se deciden por una o dos posesiones. Pero hoy hemos hecho un gran trabajo tanto ofensiva como defensivamente».
La situación sobrepasó por completo a los de Oregón, en los que ni Lillard ni Simons volvieron a brillar de la manera en que lo habían hecho en la primera mitad, impidiéndoles encontrar ningún tipo de respuesta. Pese a terminar con 24 y 31 puntos respectivamente, ambos se marcharon con un mal sabor de boca tras su pobre segunda mitad, en la que no pudieron evitar el tercer tropiezo consecutivo de unos Blazers que han caído a la 13ª posición del Oeste.
(Fotografía de portada: Steph Chambers/Getty Images)