En la Conferencia Este, los play-in están tremendamente baratos. Eso no significa que te los regalen con la compra del bonobús, pero con mucho menos que en el Oeste, donde el récord positivo no se negocia, puedes meter la cabeza en la zona templada.
Así pues, a los Detroit Pistons, que venían de tres tropiezos consecutivos, les bastaba un triunfo que les colocase con 10 victorias y 15 derrotas para asomarse a la décima posición. Y contra todo pronóstico y tumbando un dato demoledor de ¡dieciséis partidos ganados de manera consecutiva por los Knicks en duelo directo!… los Pistons salieron del Madison Square Garden con la piel del oso en torno al cuello.
Faltó Towns, que era duda, pero estuvo Brunson, que era duda también. Vaticibábamos un buen baile de bases si éste jugaba; y hubo baile. De los dos. Aunque uno flotó sobre la pista con más brillo que el otro.
Cade: lo que prometía ser
Cade Cunningham conquistó tierra hostil con un triple-doble (5º de la temporada) de 29 puntos, 15 asistencias y 10 rebotes, certificando una vez más que los Pistons seleccionaron en el número 1 del Draft a un point guard generacional que sólo ha tardado un poco más de lo esperado en romper en el jugador total que se esperaba.
En frente, Brunson no se amilanó y fue el líder de los Knicks con 31 tantos y 10 pases de canasta. Y aunque estuvo bien acompañado por Mikal Bridges (20 puntos) o Josh Hart (17), fue insuficiente ante un rival que tenía marcado en su agenda que hoy tocaba ganar.
Los Knicks son el equipo con mejor offensive rating de la NBA (121,1), pero por como arrancó el duelo, pareciera que se invirtieran los papeles, pues los Pistons salieron en estampida, con un Jaden Ivey siempre tan vertiginoso como arriesgado en su juego, y se marcharon hasta los 39 puntos en el primer cuarto, abriendo una brecha considerable y cambiando el plan de juego de Thibs.
Remontada baldía
Los Knicks (16 abajo) empezaban pues una lenta remontada que Cade ralentizaba más aún con triples propios (5 de 7) y ajenos, catalizando el juego como un veterano y nutriendo tanto a la batería exterior (Malik Beasley se puso tierno, con 23 tantos y siete triples), como un Jalen Duren que supo aprovechar las facilidades interiores que primero Jericho Sims (sentado a los 6 minutos de iniciar el partido y a quien Thibs ‘castigó’ el resto del encuentro) y Achiuwa después, dieron en la pintura.
Aún así, los Knicks no renunciaron a mantener su papel de kryptonita de Detroit, y nada más arrancar el último cuarto se ponían a dos puntos tras un mate de Ariel Hukporti. Entonces los visitantes, en un despliegue de personalidad y arrojo, contraatacaron con una gran defensa, forzando varias pérdidas y retomando el control con un parcial de 12-2 hasta terminar de afianzar un triunfo que sabe a gloria y cierra muchas heridas del pasado.
Y Cade Cunningham, ¡qué jugador old school!: rumbo de cabeza a su primer All-Star.