La casualidad de las Finales perdidas por LeBron James

Hasta ahora, LeBron James ha completado un total de seis Finales NBA, al borde de salir por la puerta menos concurrida en su séptima participación, la de este año. Con un rédito de 2-4, en las ocasiones donde el alero cayó derrotado se repite un curioso patrón de conducta, casualidad y resultados. ¿Podrían empezar a explicarse por ahí los motivos de sus últimos capítulos perdidos? Vamos a analizarlo.

Empecemos. En 2007, el casi imberbe LeBron James era arrojado por la borda por los San Antonio Spurs de la era pre-Kawhi Leonard. Síntesis fácilmente resumible de aquellas Finales: 4-0 y el equipo de Gregg Popovich fusilando la juventud del próximo gran dominador de la NBA. LeBron tenía 22 años y Tim Duncan le dijo aquello de «algún día, la NBA será tuya».

Su siguiente escarceo con las Finales de la NBA también tocó «agua». Los Dallas Mavericks aparecieron como Cenicienta profanable pero acabaron destrozando la película de Disney que se escribía para los Miami Heat. Los primeros del Big Three, de Dwyane Wade y Chris Bosh como vasallos de James.

En aquellas Finales, se siguió repitiendo el patrón que los Spurs habían infligido cuatro años antes: el equipo de LeBron James no fue capaz de ganar ninguno de los tres últimos encuentros de la eliminatoria. Dallas levantó un 2-1 y terminó de canonizar la obra de Dirk Nowtizki en la NBA.

Las siguientes dos experiencias (también hay que decirlo) en las Finales significaron títulos para LeBron y sus Heat. Una ante los jóvenes Thunder de Kevin Durant, Russell Westbrook y James Harden; y la siguiente ante unos Spurs en «su última oportunidad». O eso se decía entonces, en 2014.

Más perdidas

Y volvemos a los anhelos de anillo no resueltos. En 2015, nuevamente los Spurs sacrificaron sin miramientos a los últimos Heat de los tres tenores. 4-1 en la serie con la master class incluida en circulación de balón y extra pass. ¿Adivináis cuántos partidos ganó Miami de los tres últimos? Efectivamente, ninguno.

Y ya solo queda la el año pasado para completar todas las riñas de LeBron con las Finales. 4-2 a favor de los Golde State Warriors. La serie empezó 2-1, pero la titánica obra de James en los primeros encuentros derivó en desfallecimiento (producto seguramente del agotamiento físico) y ello en nueva decepción. Otra vez, el jugador de los Cavs se iba en blanco de los tres últimos partidos de la serie.

Y llegados a este punto, es obligación preguntarnos, ¿llega James tan desgastado a los últimos tres partidos que ese ha sido un impedimento para no tener más anillos?

Esta temporada

La edición de este curso, 2015-16, tampoco ha ayudado para rebatir esa teoría. LeBron estuvo en pista 46 minutos durante el Game 4 del pasado viernes. Eso son solo 2 en el banquillo en todo el encuentro. Visiblemente cansado, en el último cuarto sus prestaciones se redujeron a la mitad.

En el resto de encuentros, los minutos de James han sido 40, 34 (por haber perdido casi antes del descanso, en el Game 2 y 41. Quizá una carga demasiado grande teniendo detrás la plantilla más cara de toda la NBA. Ese alto estatus salarial no se ha traducido en una rotación plena y productiva en estas Finales, donde, otro año más, James ha tenido que estar en pista hasta desgastar las zapatillas.

Mañana, lunes, en caso de que los Warriors cierren la temporada, James sí habrá ganado uno de los últimos tres partidos (el tercero de la serie) pero seguirá evidenciando que cuanto más se explotan sus horas extra, más opciones hay de que los finales de serie salgan cruz.


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