El fichaje más surrealista: Gerald Green y los Rockets

Después de ser cortado por Milwaukee antes de comenzar la temporada, Gerald Green, todo un trotamundos de la NBA, lo veía bastante crudo. A los 31 años, con sus mejores días encuadrados ya años atrás y sin una plaza en ningún equipo, tocaba pelear desde las sombras. Entrenamientos de guerrilla en solitario e ir tocando puertas hasta que alguna, por lesiones o complicaciones internas, se pudiera abrir. Y sucedió, este jueves Houston Rockets anunció la contratación del veterano escolta durante unos días. Green volvía a tener hueco, hasta ahí todo ordinario y correcto. Pero lo extraño del caso es cómo y dónde se enteró el jugador del interés de los Rockets y por qué tuvo que disputar su primer partido con las zapatillas de Trevor Ariza, compañero ahora en Texas. La historia no tiene desperdicio.

Resulta que en octubre, tras la negativa en los Bucks —que además, según la versión de Green, tiene su miga, luego explicamos más—, el famoso matador otrora una avión tripulado se fue a Houston. Ahí es donde él solía vivir antes de ser profesional y de donde procede su familia, así que se desplazó allí a pasar tiempo entrenándose, con la familia y tratando de mantener la mente sobria ante la difícil tesitura de seguir en la NBA que tenía delante.

A comienzos de esta semana, sonó el teléfono procedente de Boston, ciudad en la que él había jugado la pasada temporada, con los Celtics. Se trataba de su hijo de seis años, Jeremiah. Estaba enfermo y lo que parecía una reacción alérgica amenazaba con llevarle al hospital y complicarse. Gerald no lo dudó, cogió una liviana mochila con lo poco que pudo encontrar en unos minutos y se dirigió al aeropuerto. Su hijo había permanecido afincado en Boston, dado que él y su padre habían vivido allí el curso pasado. Así que Green se dirigió hacia el aeropuerto y cogió uno de los primeros aviones que pudo desde Houston hasta Massachusetts.

Llamada de Celtics

Y aquí empieza lo surrealista. La primera llamada que esperaba recibir en cuanto aterrizase en territorio Este era concerniente a su hijo, pero no. Eran los Rockets. Tenían interés en firmarle para un contrato temporal, no garantizado, y querían hacerlo cuanto antes. Curiosamente, Houston disputaba un encuentro en Boston, ante los Celtics, al día siguiente. Así que los acontecimientos fueron a la velocidad del trueno.

«Tan pronto como aterricé, recibí la llamada. Estaba yendo a ver a mi hijo y entonces pensé (de la oferta) ‘quizá’, pero después dije ‘wow». La oferta que llevaba esperando desde octubre había llegado de la manera más imprevista, pero el caso es que volvía a entrar en la rueda de la NBA.

Como Green voló a Boston con lo puesto, apenas una mochila y un par de prendas para sobrevivir dos días, no tenía equipamiento deportivo. Hasta ha tenido que entrenarse y jugar con zapatillas de Trevor Ariza, jugador de los Rockets.

Zapatillas de Ariza

«No tengo bolsa de deporte o algo así. Me desperté de repente y me dijeron que mi hijo estaba enfermo y dije, venga, me hago la mochila y cojo un par de cosas. Así fue. No cogí nada (para jugar). Tuve que tomar prestadas zapatillas y todo. Éstas son de Trevor Ariza. Así que podré lanzar a canasta como él esta noche, eso sería genial», declaraba Green anoche, antes de emitir su debut (11 minutos) en la sorprendente derrota ante los Celtics.

Green permanecerá con Houston hasta el 7 d enero ‘gracias’ a que Luc Mbah a Moute se encuentra lesionado para un par de semanas. De hecho, eso fue lo que le abrió un hueco en el roster de Mike D’Antoni.

«Vamos muy cortos en los alas y con la lesión de Luc (Mbah a Moute) para las dos próximas semanas, la llegada de Green hace que no carguemos mucho de minutos a Trevor (Ariza). Y, obviamente, él ha jugado a buen nivel en la NBA antes. Veremos qué tal funciona», pudo alegar el técnico de los Rockets, Mike D’Antoni.

Quizá después del experimento no se quede en Houston, pero estos días de regreso a la NBA le servirán, a buen seguro, para recordar a muchos equipos que sigue estando disponible. Y hasta podría revalorizarse. Sus días en los Rockets bien podrían significar su ingreso en otra franquicia dentro de no mucho, aquello por lo que ha estado peleando desde octubre. También podría seguir en Texas mediante contratos de diez días o una nueva vinculación no garantizada —una vez los Rockets recuperen a sus lesionados—. Pero de momento posee de tiempo hasta el 7 de enero.

Salida de Milwaukee

Curiosa y coincidente oportunidad la que Houston le ha brindado a Gerald Green, más por las circunstancias que por la llamada en sí. Y el jugador la agradece sobremanera después de quedarse sin sitio en la NBA en octubre, cuando peleaba por una de las 15 plazas fijas en los Bucks. El propio jugador ha llegado a alegar que en Wisconsin le dijeron que se quedaba, y al día siguiente anunciaron su desvinculación.

«Me dijeron que me quedaba en el equipo justo antes del último partido de pretemporada y después me levanté al día siguiente y me dijeron que iban a ir por otra dirección», aireaba el propio jugador. Aunque pueda doler, todo el mundo debe conocer a estas alturas que el corazón de una franquicia busca siempre el beneficio propio y rara vez concede de más en la NBA.

Volviendo a su llamada con Houston Rockets, Green pudo debutar este jueves —solo un día y un entrenamiento después de ser citado por la franquicia— con no demasiado tino: 0 puntos, 0 de 3 en tiros de campo y 1 rebote capturado en 11 minutos. Se irá acoplando con el paso de los días, y además las dos cuestiones principales están atadas, pues el hijo de Gerald, Jeremiah, parece no sufrir nada grave y la permanencia de su padre en la NBA se antoja estos días un poco menos enrevesada.

*Declaraciones sacadas del portal Celticswire, de USA Today.


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