Los Grizzlies van cuesta abajo y sin frenos

La polémica de Ja Morant parece haber convertido a los Grizzlies en un cadáver andante

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Por Aitor Darias

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La temporada de los Memphis Grizzlies ha llegado a un punto en el que luce cada día más desesperante. Desde que Ja Morant hiciera saltar las alarmas con su pueril actitud que le supuso una sanción interna, los de Tennessee no levantan cabeza, no solo en cuanto a resultados sino en cuanto a sensaciones. Porque hay formas y formas de perder partidos. Y el 131-95 con el que han caído esta madrugada en Boston es una de las maneras más dolorosas.

Esta vez Morant, alegando problemas de tobillo, no estaba en la pista para ser el foco de las críticas, pero su controvertida situación parece seguir pesando en una plantilla que no tiene ganas sino de que todo acabe. Porque como ocurrió apenas 24 horas antes en Nueva York, Memphis duró en el partido menos de 20 minutos siendo generosos. Antes del descanso, ya ondeaba la bandera blanca y había miradas al marcador para comprobar cuánto quedaba. Y era mucho. Mucho tiempo y mucho sufrimiento.

El cuadro de Iisalo no llegó a mandar nunca en el marcador, y tras un parcial de 23-7 que les hizo irse 21 abajo al descanso se dieron cuenta de que así sería. Fue ahí cuando se terminaron de bajar unos brazos que nunca estuvieron relativamente alzados y cuando se perdió el poco espíritu que quedaba presente. Ya solo quedaba ver cómo de grande querían los Celtics que fuera la paliza, y estos, que no van tan sobrados de grandes noches como en cursos anteriores, no tuvieron piedad.

Y es que, en una liga llena de depredadores estos Grizzlies huelen a sangre a kilómetros. Sangre de animal herido, de presa fácil. Es eso lo que transmiten sus siete derrotas en ocho encuentros, lo que transmite su lenguaje corporal, lo que transmite el hecho de que apenas hayan hecho acto de presencia en sus dos últimos compromisos. La crisis no es precisamente pequeña ahora mismo. Y la solución no es precisamente sencilla.

Fiesta en Boston

Todo esto, no obstante, generó el caldo de cultivo perfecto para que el TD Garden viviese una fiesta y viera a los suyos divertirse como prácticamente nunca este curso. Los Celtics dominaron con una facilidad pasmosa, brillando desde el triple (21/51) y aniquilando a su rival en el rebote para firmar una verdadera sangría con la que rehacerse el duro tropiezo de la noche anterior.

Payton Pritchard, con 24 puntos, fue el máximo anotador de los locales, seguido de cerca por los 20 y 19 que sumaron Derrick White y Jaylen Brown respectivamente en una noche en la que tampoco les hizo falta más. Volvió a ser una de esas en las que las cosas salen solas. Aunque quizás no tanto por el abrumador dominio que exhibían el año pasado como por los problemas del rival que tenían delante.

(Fotografía de portada: Winslow Townson-Imagn Images)

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