Entre 1981 y 1986, la NBA estuvo entregando un premio bautizado como el Comeback Player of the Year. Como su propio nombre indica, era un premio al que aspiraban jugadores que tras una ausencia/disminución notable en su rendimiento, volvían a alcanzar una gran versión de sí mismos ya demostrada en el pasado.
El principal motivo por el que se abandonó este galardón fue porque, en palabras de Russ Granik, Comisionado Adjunto de la NBA: «Se volvió muy difícil determinar con la claridad suficiente, cuáles eran exactamente los requisitos».
De seguir vigente en 2024, hay un jugador que probablemente empezaría a tener bastantes papeletas para llevárselo al cierre del curso.
Zach LaVine, en mil y una quinielas de traspasos durante el pasado mercado estival para finalmente quedarse donde estaba, en Chicago, está firmando su propia comeback season, y es por ello que si muchos esperaban que lo que no pasó en verano ocurriese en la ventana invernal, seguramente vuelvan a quedarse con las ganas. Aunque las razones, que son varias, las veremos después.
Nunca ha tirado tan bien a canasta
No es que LaVine vaya a volver al All-Star tres años después de su última convocatoria (o tal vez sí), pero lo que si podemos afirmar es que, en base a su rendimiento actual, el calificativo de ‘tóxico’ empieza a no sentarle demasiado bien.
Tras superar una importante lesión en el pie que tan sólo le permitió jugar veinticinco partidos el curso pasado, el combo guard de 29 años promedia, en los veintirés que lleva en la actual, 21,7 puntos y 4,2 asistencias, servidos sobre los mejores porcentajes de toda su carrera: 50,1% en tiros de campo y 42,8% en más de siete intentos de triple por partido.
Unos baremos que, como han querido destacar desde la cuenta de X de los Chicago Bulls, sólo cumplen otros dos bases NBA.
NBA guards currently averaging 22 points per game and shooting 50% from the floor:
— Chicago Bulls (@chicagobulls) December 11, 2024
Zach LaVine
Kyrie Irving
Shai Gilgeous-Alexander pic.twitter.com/Xq7CMS6OEE
Su impacto global, al observar la estadística avanzada, no es para tirar cohetes sin embargo, con un win share y value over replacement discretos, aunque positivos.
La defensa perimetral, el gran hándicap de su carrera, sigue siendo de tómbola ambulante, con sus rivales mejorando sus promedios desde el triple cuando los puntea él; pero sí hay una apreciable mejora en su desempeño global respecto de años anteriores, arrojando un saldo positivo de +3,3% en Percentage Points Difference (es decir, los tiradores lanzan un 3.3% peor bajo su marca).
Billy Donovan le pidió más compromiso en el lado poco agradecido del parquet, y LaVine está tratando de responder.

Sin intención de moverse
Ahora bien, ¿este LaVine –edición ‘viejoven’– altera en algo el interés que despierta en los círculos de la Liga respecto de lo visto en verano?
Pues en base a los últimos rumores, no.
Por fuentes internas de la franquicia, Brian Windhorst, de ESPN, ha podido saber que «nada ha cambiado» con respecto al estado de LaVine. Motivos principales, tres:
- El contrato de LaVine: 43 millones esta temporada, 46 millones en 2025-26 y una opción de jugador de 49 millones para la 2026-27. A ello hay que sumar un 15% de bono por traspaso.
- Sus rodillas: las franquicias las siguen temiendo. Sólo ha superado los 70 partidos en RS en tres de sus diez temporadas en la Liga, y aunque ahora parece estar en plena forma, hay un recelo justificado de que estas le vuelvan a fallar.
- El precio: LaVine, por supuesto, es un jugador ‘deseable’ y ‘deseado’ por muchos equipos necesitados de pólvora exterior. Otra cosa es en cuánto tasan el valor del guard, y es que los Bulls siempre han pedido demasiado por él.
«No haremos nada que no nos haga mejores», decía el pasado julio el GM de la franquicia, Arturas Karnisovas. Tras dejar escapar a DeMar DeRozan y Alex Caruso por un precio muy escaso, no quieren que con LaVine les pase lo mismo, así que cualquier mesa de negociación por él, será ardua. Más ahora si cabe que vuelve a rendir, otra vez, a un nivel que se aproxima más a la millonada anual que se embolsa en forma de nómina.
Mientras tanto, ceteris paribus, los Bulls son un equipo que sale a cancha con la intención de ganar, que ocupa puestos de play-in y que no parece interesado, por el momento, en unirse al vergonzoso cangrejeo competitivo de Nets, Wizards y cía por Dylan Harper y Cooper Flagg.