Haliburton decide un clásico instantáneo

Remontadas, tiros imposibles, prórroga, canastas decisivas… Todo lo que se le puede pedir a un partido de baloncesto estuvo presente en el tercer partido entre Indiana y Milwaukee, que acabó cayendo del lado de los primeros por 121-118 tras 53 minutos del baloncesto más agónico. Del más puro ejemplo de lo que son unos playoffs de la NBA.

Y eso que el choque arrancó prometiendo todo lo contrario. Los Pacers firmaron un inicio fulgurante y pasaron completamente por encima de los Bucks, que no supieron responder y se vieron arrollados por la velocidad e intensidad de los de Carlisle. Indiana es mejor cuanto más rápido juega, y en los primeros minutos sus jugadores volaron sobre la pista para llegar a colocarse 37-18, una ventaja que invitaba a pensar que los de Wisconsin, aún sin Giannis y con Middleton llegando presumiblemente tocado, habían tirado la toalla.

A punto estuvieron de hacerlo de hecho cuando Damian Lillard, tras penetrar a canasta, se quedó en el suelo sosteniéndose la rodilla entre gestos de dolor y tuvo que abandonar el parqué. En ese punto, los Bucks llegaron a parecer un animal tan herido que uno casi prefiere sacrificarlo para acabar con su sufrimiento. Pero tras el susto inicial, Dame volvió a caminar con aparente normalidad y a dar señales de vida. Y con él, todo el equipo.

Un novato cambio el tono

Los visitantes comenzaron a dar señales de vida con la entrada de Andre Jackson Jr., que llegó a salir a pista en el Game 2 cuando este estaba ya resuelto pero que tuvo esta noche sus primeros minutos reales en playoffs. Y no tardó en hacerlos valer. El rookie aportó la capacidad atlética y el componente físico que Milwaukee tan desesperadamente necesitaba, y contribuyó de forma notable a cambiar el tono del partido con su defensa y su rebote. Indiana de repente encontró oposición, de repente el partido se jugaba a otro ritmo. La ventaja seguía siendo local, pero el clima era ya distinto.

Con todo, a los Bucks se les resistía el choque. Una vez frenada la sangría inicial el choque se emparejó, pero el cuadro de Doc Rivers no encontraba la manera de que el marcador también lo hiciera. Pese a que Khris Middleton sumaba una canasta tras otra, cada intento de comprimir diferencias encontraba una respuesta en los Pacers, ya fuera con un triple de Myles Turner, máximo anotador local con 29 puntos, o alguna buena acción de Nembhard o Haliburton, que aunque a cuentagotas fueron poco a poco sumando a lo largo de la noche. Y así, parecía que los de Indianápolis iban a hacer el acordeón y a mantenerse al frente hasta el final.

Pero llegó entonces la irrupción de Lillard, que se resintió durante toda la noche del mencionado golpe en la rodilla y terminó con un 6/20 en el tiro pero que encontró en el cuarto periodo su momento de brillantez de la noche. Con dos triples consecutivos, puso el 92-93 que significó la primera ventaja visitante, e hizo creer a unos Bucks que parecían desahuciados una hora antes que había esperanza. Pero, si Milwaukee había reaccionado en la primera mitad, Indiana iba a hacerlo ahora.

El duelo se convirtió entonces en un intercambio de golpes que llegó empatado al último minuto, en el que empezó a emerger como decisivo uno de los factores diferenciales de la serie: el rebote. Los locales habían dominado esta faceta en la primera mitad y habían hecho mucho daño en segundas oportunidades, y cuando los de Rivers parecían haber controlado la situación fueron precisamente dos rebotes ofensivos los que generaron primero una falta sobre Nembhard que lo envió a la línea de tiros libres y luego una canasta de Siakam que puso una diferencia de tres puntos en el marcador a falta de pocos segundos que empezaba a antojarse decisiva. Para todos menos para un hombre.

El casi-milagro de Middleton

El partido de Khris Middleton merecería un artículo para sí solo. El alero no solo terminó como máximo anotador con 42 tantos pese a ser duda hasta última hora, sino que pareció empeñado en desafiarse a sí mismo y anotar cada vez un tiro más complicado que el interior. Y esta tendencia se sublimó en la última posesión, cuando, con 111-108 en el marcador, convirtió un lanzamiento milagroso desde 8 metros que mandó el partido a la prórroga para incredulidad del Gainbridge Fieldhouse. Y no iba a ser su única proeza.

Khris anotó todos los puntos de Milwaukee en la prórroga, convirtiéndose en el único faro guía de un equipo que llegó absolutamente muerto y que lo pagó caro, sobre todo en el mencionado rebote. Los Pacers, con mil problemas para anotar, compensaron su desacierto capturando un rebote ofensivo tras otro, dando la sensación a ratos de que iban a estar atacando hasta que anotaran. A las 4 capturas en el aro de los Bucks que sumaron en la prórroga hay que añadirles una falta en el rebote que les dio otra posesión y un balón que se escapó por línea de fondo tras rebotar en Beverley. En total, seis posesiones gratis para los locales en el tiempo extra, lo que les permitió lanzar a canasta el doble de veces (12 por 6 de Milwaukee) y acabar tomando la delantera más por empeño que por precisión.

Y sin embargo, cuando un triple de Neismith puso el 118-115 en el marcador e hizo a la grada pensar que esta vez sí lo tenían, Middleton apareció otra vez. Ahora ya de forma inexplicable, con un triple a tablero que solo ocurre en esas noches milagrosas en las que un jugador metería una bola de pilates por el ojo de una aguja. ¿Había logrado Khris extender el choque 5 minutos más?

Esta vez no. Esta vez su acción salvadora llegó con 6,7 segundos aún en el marcador, tiempo suficiente para que Tyrese Haliburton recibiese el balón en su cancha, cruzase el medio campo en carrera, aprovechase la mala posición de Beverley para irse hacia dentro y con un floater con falta personal incluida llevase la locura a la grada y el 2-1 al marcador general de la eliminatoria. Una eliminatoria que se les empieza a poner de cara y que puede hacerlo aún más en el Game 4.

A este se llegarán con muchos interrogantes en los Bucks. Algunos relacionados con temas físicos, como la duda de si Giannis estará ya listo o de si Lillard, que tomó un papel muy pasivo en la prórroga, se resentirá del susto sufrido esta noche. Otros relacionados con lo anímico, y sobre cómo se recuperarán del golpe sufrido esta noche. Y otros con lo deportivo, porque, a pesar de los ajustes de Rivers, el pick & roll entre Haliburton y Turner volvió a ser una pesadilla para ellos y la juventud de los Pacers se hizo notar en el duelo físico. Y lo cierto es que si no resuelven positivamente varias de esas cuestiones antes del domingo, podrían volver al Fiserv Forum con la serie pendiendo de un hilo.

(Fotografía de portada: Dylan Buell/Getty Images)


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