Lonzo Ball ha llegado a Los Angeles Lakers con un enorme empuje –tanto mediático como baloncestístico–, pero nadie debe olvidar que antes de su aterrizaje en Hollywood ya contaban con otro joven talento que apunta alto: Brandon Ingram.
Este proyecto de Duke de tan solo 20 años vivió una especie de rookie wall nada más llegar a la NBA; sin embargo, fue recuperándose con el paso de los partidos hasta dar un adelanto de lo que puede llegar a ser tras el All-Star. Fue en esos momentos, disipada la presión de los primeros pasos, en los que demostró que está hecho para esto con un promedio de 13,2 puntos, 3,9 rebotes y 2,3 asistencias.
Esos números, y seguramente bastantes más cualidades que solo pueden detectarse en el día a día, llevaron a los Lakers a declararle intocable por encima de cualquier otro activo del equipo. Ahora Ingram quiere devolver esa confianza siendo una pieza indescifrable para el scouting de los rivales.
«Tengo confianza. Siento que soy un problema para los emparejamientos de los rivales», explica en declaraciones recogidas por Tania Ganguli de Los Angeles Times en relación a cuán relevante puede ser para los Lakers dadas características físicas.
Centrado en el tiro
Con la experiencia de conocer en carne propia lo que supone jugar en la NBA, Ingram está ante el reto de dar un salto de nivel en la próxima campaña. Para conseguirlo ha optado por convertir el verano en un mini campamento dirigido a mejorar el lanzamiento. Es lógico, ya que en su año de novato se quedó en un 40% en tiros de campo y un 29,4% en triples.