Da igual el análisis que se lea para encontrar a Los Angeles Clippers como uno de los perdedores del verano. Más si cabe habiendo trascendido hace poco la operación secreta de Kawhi Leonard el pasado mayo y sus persistentes problemas de rodilla. Perder a Paul George, aunque fue más un dejar ir, no es algo que se solucione tan fácilmente. Y menos el año que se estrena pabellón a bombo y platillo. Todo ello lo simboliza James Harden y su extensión de contrato. Un jugador que ya ha visto ir sus mejores días y que hoy es más nombre que realidad. A pesar de tener mucho baloncesto aún entre manos.
El curso pasado ya reventó las redes sociales y los noticiarios con sus declaraciones tras llegar al sur de California. «Yo soy el sistema», dijo en su primera rueda de prensa como clipper. Hoy, para abrir la pretemporada, La Barba no se ha quedado corto en grandilocuencia. «Sé que el juego pasará mucho por mí. Cuando estaba en Houston se decía mucho lo de que no se puede ganar así. Pero acabamos de ver a un jugador como Luka Doncic jugando exactamente de la misma forma».
La marcha de PG y la lesión de Leonard ponen a Harden en el centro absoluto de la ofensiva de Ty Lue. Un estilo de juego que ha mantenido con sus más y sus menos, pero que nunca fue tan acuciado desde su salida de los Rockets. Ahora Harden cree que esa forma de jugar aún puede acercar a Los Angeles Clippers a sus objetivos. «Mucha gente en sus análisis no tiene demasiadas expectativas con nosotros. Pero nosotros sí las tenemos en nosotros mismos. Personalmente, nunca me he perdido unos playoffs», señala el base.
Preguntado por su renovación, la cual poco más que le prometieron tras su desencuentro con Daryl Morey el pasado verano, Harden responde firme. «Estoy en casa. No planeo irme a ningún sitio. Quiero dejar un legado aquí». De momento, su legado reciente se sustenta más en los bandazos que en la lealtad.
(Fotografía de portada de Harry How/Getty Images)