Jason Kidd quiere volver a dirigir un banquillo de la liga

El tiempo es el mejor de los maestros. Una virtud de la enseñanza que permite analizar desde una perspectiva más madura todo lo realizado hasta entonces. Este aprendizaje ha sido especialmente fructífero para un Jason Kidd que recibió su primera oportunidad como head coach a los 40 años. Quizá demasiado pronto para abrazar el éxito pero justo a tiempo para comprender las distintas vicisitudes que rodean a la profesión. Porque no es lo mismo vivir el baloncesto en la cancha que hacerlo desde el lateral de la pista, pizarra en mano.

Poco más se puede añadir al palmarés del Kidd jugador: diez veces All-Star, cinco veces elegido en el Mejor Quinteto, campeón de la NBA en 2011 con los Mavericks y segundo máximo asistente de la historia tan solo por detrás de John Stockton.

Tras finalizar su carrera profesional dio comienzo otra igual de exigente: la de entrenador. Su primer destino sería aquellos Brooklyn Nets de Kevin Garnett y Paul Pierce. Un equipo con mucho nombre, pocas nueces y años de más. El equipo alcanzaría las Semifinales de Conferencia tras registrar un récord de 44-38 pero ya entonces quedaba claro que el potencial futuro del proyecto se desplomaría. Desde allí haría las maletas rumbo a Milwaukee, donde moldeó a Giannis Antetokounmpo durante sus primeros años en la NBA. Sin embargo, no superar la primera ronda de playoffs durante cuatro años le costaría el cargo en 2018.

Con la ayuda de Kobe Bryant, Kidd logró un puesto como entrenador asistente de Los Angeles Lakers en 2019 a las órdenes de Frank Vogel, cargo que ha mantenido desde entonces. Unos años en las sombras que le han ayudado a madurar y visualizar sus propios errores durante su etapa en Brooklyn y Milwaukee.

«Simplemente estar más relajado», respondió Kidd en una entrevista para The Undefeated a la pregunta sobre qué cambiaría si pudiera retroceder en el tiempo. «Relajarme y disfrutar más del crecimiento del equipo, del desarrollo individual de los jugadores. Y no ser tan duro ni pretender que sean perfectos. En Milwaukee y Brooklyn habría transmitido de otra manera mis palabras. No habría sido tan duro y sí más divertido. Como competidor, te pierdes en lo que puedes hacer para ayudar al equipo a ganar. Pero hay que construir un equipo ganador y también saber disfrutarlo. Juegas como jugador para ganar un campeonato y entrenas para ganar un campeonato. Pero también hay diferentes ámbitos que sirven para construir una cultura ganadora.»

Formar parte del staff técnico angelino le ha servido para depurar sus cualidades, mejorar sus aptitudes como entrenador y gestionar el aspecto comunicativo de una manera muy diferente. «Nadie es perfecto. He aprendido mucho de mis errores. Estoy rodeado de gente inteligente que me ha ayudado a saber escuchar. Una de las cosas más importantes que he aprendido de Frank [Vogel] ha sido su gran habilidad comunicativa. Sabe escuchar y tratar a los demás.»

El gran ambiente reinante en el cuerpo técnico y el gran nivel de sus componentes, no solo han impulsado sus conocimientos del juego y la profesión, sino también su deseo por poner a prueba una vez más sus capacidades como entrenador jefe. Kidd ha reconocido que estaría encantado de recibir otra oportunidad para dirigir a un equipo de la NBA.

«Me encantaría. Estar aquí con Frank, estudiar su trabajo, entender sus fortalezas y ver cómo maneja diferentes situaciones me ha ayudado mucho. Sería genial [volver a entrenar] porque realmente creo que puedo ayudar a ciertos jugadores que quieren ser estrellas. Y también a jugadores de rol. Pasé por todos los escenarios posibles como jugador. Fui All-Star. Fui candidato al MVP. Al final de mi carrera, salía desde el banquillo, cuando no me quedaba gasolina en el tanque. Eso es algo que extraño mucho, el desarrollo de los jugadores. Verlos comenzar cada temporada y cómo van atravesando etapas.»

Eso sí, actualmente está bajo contrato con Los Angeles Lakers, sobre los cuales está depositando todos sus esfuerzos para que revaliden el campeonato logrado el pasado año. Para Kidd, un éxito que solo se repetirá si juegan como grupo y las lesiones les respetan. «Si somos capaces de sacrificarnos el uno por el otro, creo que ganaremos. Entender que todos tienen que echar una mano. Es posible que algunos no logren su promedio habitual de minutos o puntos. Pero sí cada uno hace su trabajo durante el tiempo que esté en pista podemos lograrlo. Eso es signo de lo que supone ser un verdadero equipo.»

(Fotografía de portada de Christian Petersen/Getty Images)


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