Joel Embiid es ahora mismo un jugador felizmente instaurado entre los más dominadores de la competición. El mejor pívot, seguramente, y una de las candidaturas más firmes a licenciarse en el súperestrellato de la liga con el MVP de la temporada regular 2018-19. Pero, como todo el mundo conoce, los inicios del center de origen camerunés en la NBA no fueron un sendero de vino y rosas. Pasó sus primeras dos temporadas en blanco (por las interminables lesiones en el pie) después de ser elegido como número 3 del Draft 2014 y hasta estuvo meditando la retirada, como el propio Embiid admitió de manera reciente en una entrevista concedida a ESPN.
«Después de mi primer año, cuando me enteré de que necesitaba una segunda operación, eso se juntó con el momento en el que murió mi hermano. Entonces, en mi cabeza pensaba ‘¿qué hago yo aquí?’ Ya había cumplido un año de contrato y eso ya lo tenía, era suficiente para volver a Camerún. Era una sensación muy mala y hasta pensé en abandonar», pudo admitir Embiid sobre su momento más duro como profesional, en 2015.
Afortunadamente para la liga, para los Philadelphia 76ers y para el baloncesto, Embiid pudo dejar atrás sus problemas físicos, la repentina pérdida de su hermano Arthur (atropellado por un conductor en acción temeraria) y estalló como uno de los mayores talentos interiores de las últimas décadas.
Todavía, con 24 años, su techo está por redactar. El jugador supo esperar su momento hasta convertirse en uno de los dominadores de la competición como es ahora. «Algo que me empujó fue mi paciencia. También mi hermano y el hecho de ser de África. Al final, llegas a la NBA buscando tener un impacto para compartir tu historia con todos», pudo señalar Embiid en sus declaraciones a ESPN.
(Foto de portada: Mitchell Leff/Getty Images)