Un talento superior apareció en París. Nikola Jokic ha impuesto su ley en tierras galas en dos minutos finales al alcance de muy pocos. En los cinco minutos extra, con Serbia en inercia negativa, no existió figura que hiciese sombra al pívot. La selección balcánica cerró así una prórroga ante Australia que les cuela en semifinales por 95-90 después de ir perdiendo por 24 puntos en el primer tiempo.
El tres veces MVP, de hecho, no comenzó el encuentro demasiado ducho. Fue Josh Giddey quien marcó el inicio de partido con un recital de penetraciones, pases y juego de transición (25 puntos y 4 asistencias para él). El primer cuarto, en realidad la primera parte al completo, estuvo marcada por la incapacidad defensiva de los de Svetislav Pesic. Demasiado permisivos con unos boomers que jugaron continuamente al galope sin poner en riesgo la posesión. En este desenfreno, apareció Patty Mills que, aprovechando el descanso de Jokic y Bogdan Bogdanovic entre finales de la primera manga e inicios de la segunda, endosó 18 puntos en la primera parte a los serbios (acabó el partido con 26 tantos).
A hombros del Capitán Australia
El escolta australiano llevó en volandas a un conjunto oceánico en los que todos parecían aportar: Dante Exum y Dyson Daniels hicieron de nexo, Jock Landale dominó los minutos sin Jokic en los tableros y Duop Reath dotó de espacio a un equipo que creció desde una defensa agresiva. Pero volvió Jokic a pista y, con la salida también de un especialista defensivo como Aleksa Avramovic, Serbia comenzó a reducir distancia.
Pesic decidió unir a Milutinov con Jokic en la zona. Un invento que, lejos de desangrar la defensa ante los aclarados y bloqueos directos de Mills, logró asentarlos en ambos lados. Para cuando llegó el descanso, Serbia ya había cambiado la dinámica y, pese a haber llegado a perder de 24 en el segundo cuarto, se fue a vestuarios con solo 12 puntos de desventaja.
Apareció entonces Bogdan Bogdanovic y, sobre todo, la defensa. El escolta de los Atlanta Hawks anotó 10 puntos seguidos sin fallo que castigaron sobremanera las 6 pérdidas australianas. Tres de ellas en manos de Josh Giddey. Mills, fruto de la defensa de Avramovic y del cansancio, perdió la chispa del segundo periodo y los boomers se quedaron en solo 11 puntos en todo el tercer cuarto. Se iba Serbia dos arriba al último.
El último periodo fue una batalla de igual a igual en la que Vasiljie Micic se sumó a la fiesta serbia para dar un recital en el pick-and-roll y el control de juego. Fue él quien sirvió de alivio a un Jokic que parecía exhausto en según que momentos, especialmente en situaciones de poste a las que tenía que llegar pegándose con Landale y compañía. También Marko Guduric hizo de Factor X metiendo algunos triples y suspensiones claves, como Jack McVeigh al otro lado, el mejor de Australia en la segunda parte.
Milagros FIBA
Llegaron así los serbios dos arriba a falta de 9 segundos y con saque lateral para Australia. No hacía falta siquiera preguntar por quién sería el autor del último tiro. Recibió Mills, logró quedarse emparejado con Nikola Jokic y, después de extraviar el balón por un instante, mandaba el partido a la prórroga con una suspensión de dos puntos.
Y tan inexplicable como es el rendimiento del escolta cuando se pone la camiseta de la selección, es el talento mayestático de Jokic. Poseedor de esa grandeza que le hacen estar en el momento exacto y el momento oportuno para colocar un tapón, forzar un par de pérdidas, rebañar una canasta que ya entraba y ajusticiarlo en ataque con cuatro puntos y una asistencia de las que solo están a su alcance. Completaba así una línea estadística de 21 puntos (máxima de su equipo), 14 rebotes, 9 asistencias, 4 robos y 2 tapones. Un rey sigue siendo rey aunque le saques de su reino.
(Fotografía de portada de Jamie Squire/Getty Images)