Hubo un tiempo –no hace mucho– en el que muchos jugadores evitaban ir a New York. No era por la ciudad, por supuesto, ni por el hecho de que les tratasen mal en los Knicks; simplemente se trataba de un destino no apetecible dado que el equipo parecía vivir eternamente en una situación convulsa que, sobre todo, no convencía a las grandes estrellas –recordemos el verano de Kyrie Irving y Kevin Durant–. Pues bien, la situación ha cambiado tanto que ahora los Knicks se han convertido en una elección obvia para los jugadores, tal y como explica Jordan Clarkson.
Así es, el guard de 33 años siempre tuvo claro tras desvincularse de los Utah Jazz que su deseo era ser un knickerbocker. Así se lo explica a Stefan Bondy del New York Post, confesando el principal motivo para marchar a la Gran Manzana.
«El Madison Square Garden, sinceramente. Sentir la energía de la afición. Saber lo que te van a dar si juegas fatal… pero cuando juegas bien, todo es amor. En resumen, solo quiero sentir esa energía», subraya.
En cuanto a cómo se gestó su fichaje y en qué momento se tomó la decisión, Clarkson recuerda que estaba viendo un partido de Carlos Alcaraz en Wimbledon cuando sonó el teléfono y su agente, Rich Paul, le preguntó adónde quería ir. La respuesta fue inmediata: «Quiero ir a Nueva York».
Con tal determinación, Paul se puso manos a la obra y en cuestión de minutos todo quedó cerrado; y es que al equipo también le interesaba hacerse con un jugador que recibió el premio a Sexto Hombre del Año en 2021 y que el curso pasado se fue a un promedio de 16,2 puntos por noche.
(Fotografía de Peter Creveling-Imagn Images)
