Josh Jackson vive su primera temporada en la NBA. Un año donde la adaptación a su nueva vida es primordial y, donde casi cada día, descubre y siente experiencias diferentes. Antes, siempre había podido dominar en la pista; sentirse uno de los jugadores más poderosos a ambos lados de la cancha, algo que sin duda le hizo ser uno de los favoritos para los aficionados durante la pasada noche del draft.
Sin embargo, la versatilidad y la capacidad atlética exhibidas durante su época de instituto, así como en la etapa universitaria en Kansas, aún se quedan cortas si se ponen en el contexto de la mejor liga del mundo. Justamente ese es el punto en el que ha hecho hincapié Jackson, quien ha declarado estar fascinado por el nivel físico que hay en cada jugador de la competición.
“El nivel físico de la NBA es una locura. Por ejemplo, durante el tercer partido de la temporada, me tocó defender a Blake Griffin, jo***. Si apenas llegó a los 90 kilos…”, exclamaba el rookie de los Suns en Bleacher Report.
Los esfuerzos de Jackson, entre otras muchas cosas, pasan por aumentar su volumen muscular para ser más fuerte y poder defender al resto de bestias que campan por los aros de la liga. Para eso, aparte de entrenar duro y tener paciencia, necesita llevar una dieta cuidada y en superávit calórico.
“Tuve a mi madre como un par de semanas aquí en la ciudad. Ella me cocinaba de todo”, señala Jackson. “Y yo estaba como, ‘Mamá, no puedo comer esto’. Esa ha sido una de las cosas más complicadas. Antes [de llegar a la NBA] solamente teníamos un par de opciones para comer: un Subway o un Burger King. Un cambio importante para mí en la NBA ha sido tener que prepararme las comidas. Y eso que yo no puedo [no sé] cocinar”.