Josh Jackson, testigo del desastre de Auburn Hills cuando era niño

Todavía se eriza el vello al recordarlo. El 19 de noviembre del año 2004, los Pistons de Detroit y los Indiana Pacers protagonizaron el episodio más bochornoso en la historia de la NBA. La multitudinaria reyerta en el Palace de Auburn Hills cambió la NBA y su tolerancia con los piques dentro de una cancha, además de terminar saldándose con castigos históricos: nueve miembros de ambos conjuntos fueron sancionados con un total de 146 partidos de castigo, y además el montante de las multas económicas llegó a 11 millones de dólares. Hasta se sancionó a un puñado de aficionados sin poder entrar en el Palace (los Pistons acaban de cambiar de pabellón) de por vida. Bien, pues pasando de puntillas sobre todo aquello, un detalle que se desconocía hasta la fecha era que Josh Jackson, jugador de los Phoenix Suns, vivió la trifulca como aficionado de Detroit. Era un niño cuando todo aquello ocurrió y aquel día estaba en el Palace.

El alero de los Suns así lo ha relatado en The Undefeated, donde cuenta todos sus recuerdos, siendo un niño de ocho años, sobre la pelea. Además admite que de hasta, pesa del sentimiento de pertenencia a la Motown, lanzó una botella de agua al parqué.

«Miraba a mi alrededor y todo el mundo estaba lanzando cosas a la pista. No voy a mentir. Yo tiré una botella de agua. ¿Que por qué? Soy fan de lo Pistons y los jugadores de los Pacers (los Jermaine O’Neal, Ron Artest o Stephen Jackson) empezaron a pegar puñetazos a mis jugadores favoritos de los Pistons. No podía consentirlo», ha podido relatar Josh Jackson a Marc J. Spears en lo que a partir de ahora será un diario de autor (de Jackson) sobre sus interioridades en la competición —»siento que mucha gente no me conoce, esa es la razón por la que hago este diario», ha dicho el jugador—.

Volviendo al Palace, el alero de Phoenix lo recuerda todo con especial nitidez. «Estaba sentado en la mitad de la cancha, unas 20 filas hacia arriba. Recuerdo ver mucha gente peleando por todas partes y a Jermaine O’Neal (célebre jugador de aquellos guerreros Pacers) golpeado con una silla. Recuerdo a Ron Artest tumbado en la mesa de anotadores y alguien lanzándole un vaso», continúa recordando el jugador de los Suns, que también confesó su admiración por Ben Wallace, Richard Hamilton y Tayshaun Prince, célebres en Detroit tras ganar el campeonato en 2004 (y finalistas el curso siguiente) formando uno de los equipos más competitivos de la NBA en los primeros años de la década del 2000. Jakcson hasta aseguró tener contacto personal habitual con el citado Hamilton.

La silla a Jermaine O’Neal

«No sabía qué pensar o hacer. Mis padres me estaban tratando de proteger. No había nada que pudiéramos hacer. No estaba asustado y no sentía que alguien pudiera atacarme. No nos fuimos de allí hasta que a Jermaine O’Neal le golpearon con una silla. No me di cuenta de lo grave que era la pelea. Días después vi las sanciones y las multas. Fue entonces cuando ya pensé que eso había sido una locura».

El testimonio de un niño de 8 años que aquel día acudió al Palace de Detroit a presenciar la victoria de sus ídolos y, sin saberlo fue testigo de un episodio histórico (para muy mal) de la NBA. Ahora ese niño es jugador de la propia liga.


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