Con solo tres triunfos en los nueve últimos encuentros, los Knicks han ido cayendo puestos en la clasificación hasta verse en la 11ª posición de la Conferencia Este; es decir, están incluso fuera de los lugares que dan opción jugar el play-in.
Ante tal escenario, el cual tampoco ha visto rebajada la tensión una vez que Tom Thibodeau decidió apartar a Kemba Walker de la rotación, Julius Randle se muestra como el líder que todos esperan en La Gran Manzana –más tras firmarle una extensión de cuatro años y 106,4 millones de dólares–, para asumir la responsabilidad de lo que está ocurriendo y mandar un mensaje de exigencia a la plantilla.
«Tengo que ser mejor. Todo el mundo tiene que ser mejor. Asumiré la responsabilidad del equipo y por mí mismo. Eso no me molesta. Al final del día, solo quiero ganar. Tenemos que mirarnos al espejo y decidir cómo queremos que sea la temporada. Sé cómo quiero que sea y sé que los chicos lo sienten igual, pero tenemos que comprometernos con ello», expresa en declaraciones recogidas por Peter Botte de New York Post.
Lo cierto es que por New York se respira algo de desilusión. Después de un fantástico curso 2020-21, se esperaba mucho del actual, sobre todo tras reforzarse en verano con jugadores como Evan Fournier y Kemba Walker (actualmente apartado). No se están cumpliendo las expectativas. Quitando los primeros seis encuentros (5-1), los Knicks acumulan un 7-12 que se aleja mucho de la línea marcada. No están funcionando a título individual ni colectivo.
En el caso particular de Randle, el interior ha pasado de promediar 24,1 puntos a quedarse en 19,8, lo cual es en parte producto de su descenso de prestaciones en el tiro exterior, habiendo pasado del 41,1% al 33,3%. Anotar menos o que no pudiese mantener el acierto podía darse como aceptable, pero el verdadero problema llega al ver que el equipo ha pasado de ser la cuarta mejor defensa (2020-21) a la número 25 (2021-22). Tienen trabajo en Nueva York.
(Fotografía de Andy Lyons/Getty Images)