Solo un año ha transcurrido, pero Kevin Durant parece haber avanzado en las clases de pensamiento grupal. Quiere llegar al sobresaliente general que gastan los jugadores de su nuevo equipo. Del «todavía soy el mejor jugador del mundo» cuando el alero de los Warriors visitó España, en septiembre de 2015, la nueva verborrea de Durant ha presentado cambios y sorpresas.
Recientemente, Durant ha admitido que antes de llegar a Golden State no era «un jugador tan inteligente» como se creía.
«Hay muchas cosas que necesito aprender del baloncesto. No soy tan inteligente como creía que era en el juego. Aquí se juega de una manera diferente a la que yo jugaba», alegó Durant y se hizo eco el portal News.com.au.
Parece que la llegada a los Warriors ha supuesto más que una terapia para Durant. Quizá influya el hecho de que nunca hubiera visto circular la pelota como en las autopistas de juego que Steve Kerr ha construido en el Oracle Arena. Siendo honestos, Golden State le podría prestar unos cuantos apuntes a Oklahoma en clase de circulación de balón entre jugadores.
No en vano, los Warriors fueron el conjunto que más asistencias registró la temporada pasada (28,9), más de tres pases de canasta por delante del segundo en orden de generosidad, Atlanta. Los Thunder clasificaron décimos en la lista de altruismo en pista.
Durant, no es un palo
A pesar de las palabras de admiración a los Warriors, Durant aclaró que su nuevo pensamiento no tiene por qué entenderse como un explosivo en dirección a Oklahoma City. «No es un palo para Oklahoma City. Ni para mis excompañeros ni para la organización», quiso despejar Durant, que añadió: «Aquí es diferente. Es divertido».
Sus nuevos compañeros, Stephen Curry y Klay Thompson principalmente, pueden despejarle el campo de defensores para brillar tanto como Durant puede hacer lo mismo por ellos. El potencial ofensivo de Golden State es ahora indefinible.