Una tendencia típica de las estrellas de hoy y extraña en las del pasado es el reconocimiento ciego al talento joven. Abanderado por LeBron James, es normal escuchar a los más grandes hablar de recién llegados a la NBA en términos incluso grandilocuentes. Y otro de los que lo suelen hacer, aunque dentro de la pista entre en el juego del trash talk y los piques, es Kevin Durant.
Ayer los Houston Rockets se enfrentaron a los Dallas Mavericks. O lo que es lo mismo, Cooper Flagg se vio las caras con Durant por primera vez en su carrera profesional. El resultado acabó sonriendo al dos veces MVP de las finales (110-102) y Flagg no pudo darle el triunfo a los suyos al ser taponado por Amen Thompson en la jugada que acabó de sellar el partido. Además de tener una noche más bien discreta en lo que está siendo un arranque complicado para la joya de Newport.
Nada de esto fue óbice para que, terminado el encuentro, Durant le regalase los oídos al rookie. «Creo que va a ser un jugadorazo. Una pesadilla que acabará siendo considerado uno de los mejores de todos los tiempos», dijo KD ante los micrófonos. No es la primera vez, eso sí, que el veterano alero coincide con Flagg en un entorno competitivo. Ya lo hizo en la mítica concentración del Team USA para los Juegos Olímpicos de París. Poco menos que el bautismo de fuego de Flagg, donde demostró pertenecer a esa élite de talentos que brillan sin importar la juventud o el contexto.
«Creo que tiene que salir ahí fuera e intentar cosas. Es bueno para los jóvenes que les echen a los leones y simplemente jueguen», comenta Durant sobre su adecuación al puesto de base. «Da igual la posición, solo es un jugador de baloncesto y solo va a ir a mejor. Es cuestión de tiempo que acabe acostumbrándose. Entiende realmente cuál es su rol y el cielo es el límite para él».
(Fotografía de portada de Imagn Images)
