Desde que Golden State se convirtió en el mastodonte mediático que es hoy hace ya cosa de una década, a Klay Thomspon siempre se le relacionó con un. estilo de vida díscolo, despreocupado y jovial. Incluso pasando por los momentos más oscuros de su carrera, luchando contra sus recuperaciones de Aquiles y cruzado, Klay dejaba un punto cómico en cada aparición pública. Esto, marca de la casa, se fue desvaneciendo a su regreso a las canchas, hasta dejar a una persona aparentemente enfadada con el mundo y ofuscada en restregar su pasado para escudar su presente. Él mismo ha debido de reflexionar largo y tendido este asunto, como dejan caer sus declaraciones ya como jugador maverick. «Olvidé por lo que jugaba a este juego».
«Los dos últimos años han sido muy duros para mí. Intentaba compararme con lo que fui y todo lo que había conseguido, y llené mi cabeza de basura», admite Thompson. Dallas supone empezar de nuevo en un entorno donde no existan memorias tan vivas de lo que un día fue. Al lado de Luka Doncic y Kyrie Irving que Klay podrá encauzar su juego a las zonas donde todavía puede ser dominante. Especialmente el tiro tras recepción.
La duda que le rodea, claro, es saber si en la práctica estará dispuesto a asumir ese tipo de rol. Por sus palabras, parece preparado de sobra para centrarse plenamente en las fortalezas vigentes de su juego. «Estoy tratando de evaluarme a mí mismo con el estándar del resto de jugadores. No me daba cuenta de la pérdida de energía que suponía. He entendido que jugué muy bien el curso pasado. 18 puntos, 39% desde el triple… No voy a dejar que nadie me diga que me diga que no son buenas cifras».
(Fotografía de portada de Ezra Shaw/Getty Images)