Los Hornets son un equipo realmente poderoso. Y este tipo de afirmaciones se constatan cuando tienen que enfrentarse a otras franquicias que rebosan potencial por los cuatro costados. Combinándose Kemba Walker y Jeremy Lamb con 21 puntos por cabeza – el bueno de Lamb lleva seis de los últimos siete partidos llegando al menos a los 18 tantos -, los de Charlotte fueron capaces de superar por 110 a 107 a los Bucks, en un duelo bonito y peleado.
También supuso el regreso a las canchas de Michael Kidd-Gilchrist, quien se había perdido seis partidos con una lesión en el tobillo. El alero aportó su energía a ambos lados de la cancha, siendo clave para que el equipo pudiera forzar hasta 16 pérdidas de los Bucks.
“Él es un jugador realmente especial a ambos lados de la cancha”, comentó Walker en ESPN sobre las habilidades defensivas de Kidd-Gilchrist. “Le pone mucho orgullo en cada jugada. Le hemos echado de menos. Ha vuelto y nos ha dado un esfuerzo increíble. Y eso que no está al cien por cien, pero su esfuerzo nos ayudó mucho”.
En la misma línea se expresó el entrenador James Borrego, quien señaló que “hemos sentido la ausencia de Michael en los últimos cuatro o cinco partidos. No creo que sea una coincidencia que hoy hayamos podido dar un poco más de nosotros mismos [en defensa]”.
Marvin Williams añadió 16 puntos y 8 rebotes, mientras que Tony Parker sumaría otros 15 tantos saliendo desde el banquillo.
En el lado de los visitantes, Giannis Antetokounmpo se fue hasta los 20 tantos y 13 rebotes, por los 17 puntos de Eric Bledsoe. Los Bucks se quedaron en 40 puntos en la pintura, uno de sus ratios más bajos de todo lo que llevamos de curso.
“Durante dos o más cuartos no fuimos capaces de disputarles el partido”, sentenció Mike Budenholzer. “Estoy orgulloso de cómo el equipo ha encontrado la manera de volver a la batalla. Tuvimos un montón de oportunidades al final y lo cierto es que no pudimos convertirlas”.
(Fotografía de portada de Mitchell Leff/Getty Images).