De esas estadísticas que, cuando se rompen, reflejan una curiosa realidad.
El triunfo que los Bucks cosecharon por 100-115 en su visita al Amway Center es un punto y final para una racha horrorosa que acumulaban los pupilos de Jason Kidd siempre que pisaban Orlando.
Y es que la ciudad de Florida llevaba siendo un fortín inexpugnable desde hace algo más de diez años. Concretamente, la última vez que los Bucks ganaron allí fue el 29 de diciembre de 2004, lo que supone que hayan acumulado 17 encuentros de manera consecutiva perdiendo.
Aparte de quitarse esa «maldición» de encima, los de Milwaukee sumaron otra buena noticia: los 16 robos de balón que lograron suponen la mayor cantidad en un partido desde diciembre de 2012.
«Creo que nuestros jugadores están contentos por mover así la bola, creo que realmente disfrutan jugando los unos con los otros. Están orgullosos de ser parte de cada jugada», sentenció un feliz Kidd.
