Los Denver Nuggets, campeones de la NBA 2022-23

Sangre, sudor, pero muy pocas lágrimas. Si acaso algunas de alegría. Tras un partido peleado, aguerrido y agónico, los Denver Nuggets cerraron las Finales y se garantizaron el primer anillo de su historia. 47 años después, su nombre ya está en la lista de campeones de la NBA.

No entrará por cuarta vez el de los Heat, que se quedaron a las puertas de la mayor sorpresa de la historia pero que murieron con la cabeza muy alta, más que de lo que nadie podía esperar tras los dos partidos en Miami. Plantearon un encuentro físico y muy cerrado y en el que tuvieron respuesta para todo, llevándolo todo al clutch y a la zona no apta para cardiacos. Pero ahí, los Nuggets también fueron mejores.

Atascados

El bajo marcador resulta aún más sorprendente teniendo en cuenta el ritmo al que se jugó el duelo, que fue un absoluto no parar en el que el desacierto y la agresividad de las defensas se impusieron a todo lo demás. Cada balón suelto era una batalla, cada intento de penetración un choque, cada canasta un triunfo. Un baloncesto tan bajado al barro que hasta Shrek habría tenido minutos. Necesidad contra desesperación. Todo lo que se podía pedir.

Denver se quedó en un 5/28 en triples, muchos de ellos sin un defensor cerca pero con la presión encima. Miami, con un 9/35, no brilló mucho más. Fue una noche con más robos (15) que triples (14), en la que cada canasta gratis en transición valía por dos, en la que nada fue fácil para nadie. Pero así los triunfos saben mejor.

Los Nuggets se encontraron con un duro revés desde muy temprano en forma de acumulación de faltas, lo que mandó a Aaron Gordon al banquillo apenas transcurridos cinco minutos y limitó también la presencia de Jokic y Murray en la primera mitad. Y Miami, como cada vez que ve una opción, se lanzó a por ella. Sin Nikola en la pintura y sin Gordon para cubrirle las espaldas, Bam Adebayo se dio un festín en la primera parte que ni siquiera el regreso del serbio, aún cohibido por miedo a cometer otra personal, pudo detener. Sin empeñarse tanto en el tiro de 3-4 metros y atreviéndose a lanzarse al aro con más frecuencia, el pívot capitaneó a los suyos en un tramo que no fue sino el anticipo de lo que se venía. Los tambores que anunciaban la guerra.

Ya sin problemas de faltas de por medio, Murray y, sobre todo, Jokic empezaron a cambiar la tónica del duelo tras el descanso. Malone dio orden de buscar a Nikola y este no se amedrentó ante la responsabilidad de empujar a los suyos hacia el anillo. Atacó a Adebayo en aclarados, atacó a cualquier otro defensor que se quedase con él en un cambio de asignación, cargó el rebote ofensivo en busca de segundas opciones. En resumen, hizo todo lo posible para cambiar el partido. Pero la gran diferencia estuvo atrás.

Nos cuesta pensar en estos Nuggets como un equipo defensivo, pero es sin duda la mitad de la cancha en el que más han brillado en estas Finales. El acierto exterior ha sido intermitente, las aportaciones de los secundarios han sido puntuales y se podría decir que no han alcanzado la excelencia en ataque en toda la serie. Pero nunca han bajado el listón atrás. Y hoy, cuando Miami decidió que este partido se iba a ganar metiendo manos, tirándose al suelo y muriendo en cada rebote, aceptaron el reto.

Caldwaell-Pope y Aaron Gordon se pegaron a cada atacante de los Heat y negaron cualquier posibilidad de creación, Michael Porter Jr. ofreció un apoyo fundamental en el rebote, y Jokic, tan criticado en esta faceta, cerró unos playoffs en los que, con sus limitaciones, ha estado brillante generando pérdidas por su capacidad para anticipar pases o robar el balón de las manos de los penetradores. Miami se quedó en 38 puntos en toda la segunda parte, y vivió tramos de verdadero atasco, de verdadero infierno para generar cualquier tipo de jugada.

Y de repente, Jimmy

Todo esto habría sido más flagrante de no ser porque, cuando ya todo parecía dispuesto para la celebración local, Jimmy Butler lanzó una última carga de caballería a la desesperada para tratar de salvar lo que parecía insalvable. Y de repente, tras una actuación más que gris, muy desacertada, y en la que llevó a todo el mundo a preguntarse qué le pasaba, rozó una de las irrupciones más memorables de los últimos tiempos.

Primero fueron dos triples consecutivos para acortar distancias, luego tres (polémicos) tiros libres para llevarla a un solo punto, y luego un lanzamiento de media distancia para culminar un parcial de 3-11 que puso a los Heat por delante a falta de 2 minutos. Más tarde, otros dos lanzamientos desde la personal para responder a una canasta de Jokic que había devuelto a Denver al frente. Pero así como Butler les dio la vida, Butler se la quitó.

Y es que, tras perder la ventaja con una canasta de Bruce Brown tras rebote ofensivo, Jimmy buscó recuperarla atacando el aro, pero en lugar de lanzarse a finalizar o de finalizar con un floater, frenó en seco y trató de sacar el balón, dando un pase que Caldwell-Pope atrapó en un robo que pasará a la historia de la franquicia. Y, después de que el alero fuese objeto de falta y ampliase a tres puntos la diferencia, Butler se precipitó buscando un triple muy punteado cuando aún quedaban 14 segundos en el reloj que terminó de sellar el anillo para los Nuggets.

Todo esto no quita sin embargo ni un ápice de mérito a su postemporada ni a la de unos Heat que han hecho historia. A la de un Erik Spoelstra que se ha vuelto a doctorar con una masterclass de optimización de plantilla. A la de un Kyle Lowry que, a la hora de la verdad, ha sacado todos los recursos aprendidos en sus 37 años para mantener con vida al equipo durante muchos minutos en una actuación titánica que no reflejará el box score. Y a una plantilla que, con sus altos y bajos, ha llegado más lejos de lo que el resto intentamos dejarles creer. A todos ellos hay que dar la enhorabuena.

Pero hoy celebran en Denver. Hoy los niños de Colorado hablan serbio. Hoy, los Nuggets se han coronado como los campeones de la NBA 2022-23.

(Fotografía de portada: Justin Edmonds/Getty Images)


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