Golden State ha entrado ya en ritmo de crucero. Tras un arranque de liga dubitativo, los de Steve Kerr parecen haber empezado a carburar y las victorias comienzan a llegar de forma irremediable a su casillero, donde ya acumulan ocho triunfos, más que ningún otro equipo de la NBA. Su última víctima han sido los New Orleans Pelicans, que cayeron en el Oracle Arena por 131-121 en otro excelso partido de Stephen Curry.
El de Akron se fue hasta los 37 puntos y 9 asistencias tras firmar una serie de tiro solo al alcance de genios como él. El base convirtió 12 de sus 20 lanzamientos de campo, incluido un 7/11 desde el perímetro que le hizo alcanzar su octavo partido del año con cinco triples anotados o más. Con nueve choques disputados, está promediando 33 puntos por encuentro con un porcentaje de acierto del 52,9% en el tiro de tres, cifras que permiten abrir el debate acerca de si estamos viendo al mejor Curry de toda su carrera.
Junto a él, destacaron los de siempre: Kevin Durant convirtió 24 puntos, Klay Thompson se fue hasta los 18, y Draymond Green se quedó a solo dos asistencias del triple-doble tras anotar 16 tantos y capturar 14 rebotes. El ala-pívot jugó además un choque sensacional a nivel defensivo, anulando por completo durante muchos minutos a todo un candidato al MVP como Anthony Davis.
Por parte de los Pelicans, Jrue Holiday y Nikola Mirotic, con 28 y 26 puntos respectivamente, se encargaron de liderar a los suyos y mantener a los de Gentry en partido pese a los arreones de Golden State. Holiday, que terminó además con 9 asistencias, fue un suplicio para sus defensores en cada intento de penetración, mientras que el ala-pívot montenegrino demostró que sabe hacer mucho más que lanzar desde fuera capturando 12 rebotes y basando gran parte de su ataque en el juego interior. También superó la veintena de puntos E’Twaun Moore, que sumó 21 tantos y un 3/4 desde el triple.
Un Anthony Davis desconocido
Podría parecer extraño destacar para mal la actuación de un jugador que consiguió sumar 17 puntos, 12 rebotes y 7 asistencias, pero lo cierto es que, más allá de la estadística, nunca llegó a verse al mejor Anthony Davis sobre el parqué del Oracle Arena. El de Chicago se enfrentó a una defensa que le dificultó recibir en sus zonas de mayor peligro, y a base de cambios y ayudas constantes los Warriors lograron que en ningún momento se sintiese cómodo en la pista. En apenas un puñado de ocasiones pudo encontrar situaciones para lanzar liberado o para jugar un uno contra uno en aclarado, y cuando lo hizo no terminó de ser tan eficaz como acostumbra.
Davis acabó el duelo con un pobre 6/16 de acierto en sus lanzamientos y con la sensación de que solo un buen último cuarto le había permitido maquillar sus números. De hecho, tras los tres primeros periodos el ala-pívot apenas sumaba 9 puntos y 5 rebotes, y su mejoría en los minutos finales no terminó de servir para reenganchar a los de Luisiana al encuentro. Aunque es injusto exigirle siempre ser la referencia del equipo, ha acostumbrado a la Liga a un nivel de excelencia tan constante que cuesta no sentirse decepcionado cuando firma una actuación más humana.