Tras la suspensión del partido entre Rockets y Thunder programado para el pasado día 23 de diciembre, los de Houston harán su debut en la temporada 20-21 esta misma noche ante los Blazers, encuentro al que llegarán bastante justos de efectivos. Stephen Silas contará con tan solo nueve jugadores disponibles, ya que seis de los integrantes de la plantilla han sido aislados por exposición al Covid-19: Ben McLeMore y Kenyon Martin Jr. por haber dado positivo; y John Wall, DeMarcus Cousins, Eric Gordon y Mason Jones por rastreo de contactos.
Por tanto, los texanos superarán ligeramente el mínimo de ocho hombres disponibles establecido por la NBA para disputar un encuentro, situación que no cumplían el pasado miércoles ante OKC. Uno de los jugadores que ha pasado a estar disponible es James Harden, quien finalmente no recibió ningún partido de sanción y ha tenido simplemente que abonar 50.000 dólares de multa después de violar varios de los protocolos de seguridad marcados por la liga para evitar la propagación del virus entre sus integrantes.
Todo esto ha propiciado un contexto en el que el rendimiento deportivo del equipo parece ser la última de las preocupaciones. El poco disimulado deseo de salida de Harden y este brote de contagios generan un caldo de cultivo para una crisis en la franquicia, que parece que tiene por delante una temporada complicada a muchísimos niveles. También es un momento extraño para Silas, que vivirá el que quizás sea el debut más extraño para cualquier entrenador en la historia de la liga, y que se verá obligado a intentar hacer competir a una plantilla bajo mínimos y con la mente en otro sitio.
(Fotografía de portada: Carmen Mandato/Getty Images)