Los Oklahoma City Thunder están firmando el mejor inicio de temporada de su historia, y Shai Gilgeous-Alexander está siendo una pieza clave para ello. Con 32,8 puntos por partido y una exhibición por noche, el MVP hace funcionar a los vigentes campeones a un nivel con el que la mayoría de rivales no pueden ni soñar, por lo que cabía esperar que en su primera ausencia del curso pudiésemos ver a un equipo un tanto más dubitativo.
¿El resultado? Una paliza por 101-131 en un partido que estaba resuelto después del primer cuarto.
Cierto es que delante estaban unos Utah Jazz que distan que de ser rivales directos por el anillo y a los que por si fuera poco les faltaban hombres importantes como Lauri Markkanen y Walker Kessler. Pero el nivel de superioridad exhibido fue una vez más insultante. La sensación de que la camiseta de OKC da superpoderes a cualquier jugador que la vista sigue siendo una realidad partido tras partido, pues el bloque es tan sólido que todo el que sale a la pista suma. Todos tienen su momento.
Hoy fue en cierto modo el día de Jalen Williams y Chet Holmgren, que terminaron con 25 puntos cada uno a pesar de no pasar más de 22 y 25 minutos en pista respectivamente, pero incluso sin ellos todo seguía funcionando con una precisión milimétrica. Suplentes habituales como Aaron Wiggins y Kenrich Williams tuvieron tramos para brillar, e incluso otros como Branden Carlson y Ousmane Dieng que acostumbran a quedar fuera de la rotación parecían hoy inspirados.
Todo iba sobre raíles. Desde el minuto uno.
Y es que si los Thunder se han acostumbrado a ganar encuentros en tres cuartos, el de hoy no tuvo ni siquiera 12 minutos de emoción. Con un bombardeo de triples (11/17), los de Daigneault se se colocaron con un 20-45 tras el primer cuarto y protagonizaron una de las victorias más inmediatas jamás vistas. Y no contentos con eso, siguieron arrasando a su rival hasta llegar a verse 42 arriba. No pueden evitarlo. No saben hacer otra cosa.
Más cerca de los Warriors
Esta victoria sitúa a OKC con un balance de 23-1, lo que los convierte en el tercer equipo de la historia en arrancar una liga regular con 23 triunfos en sus primeros 24 partidos. Los otros fueron los Knicks de 1969 y, por supuesto, los Warriors de 2015, una vara de medir continua a la que ya les queda muy poco para dar caza.
Y es que los de San Francisco, que protagonizaron la mejor liga regular de la historia, lograron ganar 24 encuentros consecutivos, pero acabaron cayendo en su 25º choque para quedarse con un balance de 24-1 que los Thunder pueden igualar este miércoles. Para ello, tendrán que derrotar a los Phoenix Suns en un duelo que tiene también en juego el pase a las semifinales de la Copa, pero en el que sobre todo tendrán la oportunidad de seguir metiéndose en la pelea por un hito que cada día parece más alcanzable.
Porque si igualan el demoledor inicio de aquellos Warriors, habrá que plantearse ya de manera cada vez más seria si el 73-9 está en riesgo real o no.
(Fotografía de portada: Rob Gray-Imagn Images)





