Los Warriors barren a San Antonio en el posible adiós de Ginóbili

En el que quizás haya sido la despedida de uno de los más grandes, Manu Ginóbili, los Warriors volvieron a imponer su ley en San Antonio para alcanzar las Finales NBA por tercer año consecutivo. El 115-129 final certificó el 4-0, manteniendo invicto a Golden State hasta la serie definitiva. Los Spurs, cargados de baja, pusieron más voluntad que peligro real para evitar una eliminación con sabor a inevitable tras la lesión de Kawhi Leonard.

Un detalle a un histórico

Gregg Popovich, entrenador de los Spurs, dejaba un detalle especial en el cinco inicial, sacando al habitualmente suplente Manu Ginóbili de salida por Pau Gasol en el que bien pudo ser su último partido NBA. Un cambio que, aparte de permitir una ovación de gala al astro argentino del público de San Antonio, cambiaba la estrategia de los Warriors, colocando al novato Patrick McCaw de titular, dejando a JaVale McGee (reemplazo en el puesto de pívot del todavía lesionado Zaza Pachulia) en el banquillo.


Y, en este juego de bajitos, Stephen Curry (36 puntos) y Kevin Durant (29 puntos y 12 rebotes) empezaban a tomar el control en el que sería un espléndido partido de ambos. El arrollador juego ofensivo de los Warriors dañaba pronto la diezmada defensa de los Spurs, especialmente afectada por la baja de Kawhi Leonard, mientras el ataque se mostraba vacío. El 7-21 en contra con el que San Antonio arrancaba el duelo no era demasiado optimista sobre su supervivencia.

Dominio calmado


Los Spurs, sin Kawhi Leonard, Tony Parker ni David Lee, rascaban talento en el fondo del banquillo, incluyendo a un Bryn Forbes apenas utilizado esta temporada. Si Gregg Popovich tenía todavía un milagro en la manga antes de la eliminación definitiva, iba a ser el más meritorio del año. Al final del primer cuarto, Golden State mantenía una cómoda ventaja por 12 puntos.

Los Warriors, eso sí, se encontraban con problemas para anotar cuando no venía de la mano de Durant y Curry, ante una mala noche de Klay Thompson (10 puntos, con un 3/13 en tiros de campo) y con un banquillo poco creativo. Pero solo necesitaba que uno de ellos calentara motores para marcharse en el marcador. Concretamente, un Kevin Durant implacable en ataque evitaba cualquier intento de remontada de San Antonio.

Demasiadas armas


Todo pese al esfuerzo a ambos lados de la cancha de Dejounte Murray (9 puntos, 7 asistencias y 5 robos), cuyo crecimiento ha sido la mejor noticia de los Spurs en estos accidentados playoffs. En este escenario, bajar de los 10 puntos de desventaja era un desafío supremo para unos Spurs demasiado limitados de talento. Incluso con un 1/8 de Klay Thompson, los Warriors acumulaban ya 65 puntos y un 60% de acierto en tiros de campo al descanso.

Las pérdidas de balón y una excesiva permisividad en el rebote a los Spurs evitaban que Golden State rompiera definitivamente el partido, pero ni por esas San Antonio se acercaba. Draymond Green (16 puntos, 8 reobtes y 9 asistencias) ganaba con contundencia su duelo de pívots postizos a LaMarcus Aldridge, y Kevin Durant y Stephen Curry seguían atacando a placer. Con 12 minutos por jugarse, los Warriors tenían las Finales NBA a su alcance, dominando por un 78-96 que parecía ya inapelable.

¿El último baile de Ginóbili?


Con la clasificación casi en el bolsillo, Golden State intentaba meter en ritmo a Klay Thompson. Una estrategia pensando ya en la pelea por el campeonato, que permitía algo de oxígeno a San Antonio y a un Manu Ginóbili (15 puntos y 7 asistencias) que, si la retirada es inevitable, no quería cabalgar hacia el crepúsculo sin una última batalla. La chispa del argentino, eso sí, nunca se acercó a completar una remontada ya imposible, pese a los buenos partidos desde el banquillo de Kyle Anderson (20 puntos) y Pau Gasol (14 puntos y 9 rebotes).

Lo que los Spurs ganaban en ataque lo perdían en defensa, incapaces de detener la ofensiva letal con la que Golden State cerraba el partido. La dupla formada por Stephen Curry y Kevin Durant se combinaba con una fluidez brillante. Los Warriors no solo aprovecharon las lesiones de San Antonio, sino que demostraron ser el mejor equipo del Oeste de pleno derecho. Avanzar invictos a las Finales NBA, algo que solo los Lakers de 2001 habían conseguido, fue su premio.

Directos a las Finales


A dos minutos y medio del final, Manu Ginóbili se sentaba en el banquillo, aplaudido por aficionados e incluso rivales como Kevin Durant. Era un homenaje merecido a un jugador que, cuando quiera, tendrá su número colgado del AT&T Center de San Antonio, y la rendición final de San Antonio. Los Warriors ganaron, lograron su deseado 4-0, y ya esperan al ganador del Boston-Cleveland en sus terceras Finales NBA consecutivas. El Oeste sigue siendo territorio de Golden State.


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