Trámite solventado correctamente.
Ya quedan lejos los tiempos de David Kahn y su ojo tuerto (y el otro bajo parche) para rastrear y seleccionar lo mejor del draft. No más ‘Jonnies Flynn’. Volvió Flip Saunders con poderes totales. Y en el escaso tiempo que la vida tuvo a bien prestárnoslo en su retorno, hizo maravillas en la adquisición de jóvenes talentos.
Podía parecer sencillo con dos de ellos, pero también había ahí otras tentaciones tales; Jabari Parker, Joel Embiid, Jahlil Okafor o D’Angelo Russell entre otros. Pero finalmente fueron ellos dos: Andrew Wiggins en el 2014 vía traspaso y Karl-Anthony Towns en 2015 por derecho propio.
Hubo otro más en la primera hornada que hoy ancla su futuro a los Minnesota Timberwolves y con la misión de colorearlo con brillantes colores. Zach LaVine, elegido en el puesto 13º por delante de otros nombres con su ración de hype como T.J. Warren, Rodney Hood, Shabazz Napier o Jusuf Nurkic.
Liderazgo adolescente
Indica Darren Wolfson, reportero de 1500 ESPN, que los Wolves han ejercido sus opciones de equipo a las que tienen acceso. Las correspondientes al cuarto año de Wiggins y LaVine y la del tercero en el caso del vigente rookie del año, Towns. Opción que también se ha empleado en el caso de Tyus Jones, pick 24º de 2015 y quien se halla envuelto durante todos estos días en rumores de traspaso.
No hay duda de que sobre estos tres pilares es sobre los que pretende levantarse una cultura ganadora como no la ha habido en años en Minneapolis. Ya se habla como un sueño accesible esta misma temporada. La vuelta a los Playoffs doce años después, depende en 4/5 partes de ellos. De esa terna joven y maravillosa de jugadores.
Y vale, puede que me haya pasado con el subtítulo. No son adolescentes, pero casi. Towns (20), Wiggins (21) LaVine (21). Decididamente hay básquet en el Target Center para rato.