Luka Garza ha sido uno de los jugadores más aclamados de la NCAA durante sus cuatro años en Iowa. Su caso es uno de esos que, pese a ser jugadores dominantes en el circuito universitario, son puestos en duda para llegar a la NBA por sus deficiencias físicas. El carismático pívot sabe que para llegar con garantías a la mejor liga del mundo, tenía que cambiar drásticamente su fisionomía para adaptarse. Y eso ha hecho desde el pasado marzo, pasando de los 123 kilos a los 110 que marca actualmente.
«Me siento mucho más móvil. No solo por mover menos peso, sino todo lo que he trabajado en mejorar mi movimiento lateral y agilidad» decía satisfecho Garza. «No soy élite mundial, pero voy a mejor y estoy intentando maximizar mi potencial atlético». Con 24,1 puntos, 8,7 rebotes y 1,6 tapones promediados durante su último año, el pívot tenía claro que su margen de mejora pasaba por aliviar la desventaja defensiva que supone su presencia lejos del aro. En las pruebas de agilidad previas al draft, Garza ha quedado el 47 entre los 55 jugadores que se presentaron a las mismas.
Aún así, ha sido elegido como número 52 por los Detroit Pistons y Dwayne Casey, su nuevo técnico, parece satisfecho con la elección. Tras los primeros entrenamientos preparatorios, el entrenador ha visto más que bien a su nuevo jugador. «No ha tenido problemas. Ha pasado por encima de sus rivales en los tableros y volviendo rápidamente en el balance defensivo. Está en buena forma, ha sido un acierto del equipo de scouting«.
Pese a ser elegido como mejor jugador de su conferencia y varias veces All-American, Garza sabe que va a tener que trabajar mucho si quiere tener una oportunidad en la NBA. «Conozco mi rol, no voy a ser el tipo que lance cien veces por partido. Pero me voy a asegurar de ayudar a que el equipo consiga la mejor opción de tiro».
(Fotografía de partido de Nic Antaya/Getty Images)