«Ya estamos aquí», pensarán los Golden State Warriors. Y es que, tras 102 partidos, se presenta ante ellos un momento que en la franquicia de Oakland llevan esperando desde 1975: hoy juegan para ganar la NBA.
Cierto es que son inexpertos en estas lides, y que tener a LeBron James delante no facilita precisamente las cosas. Sin embargo, por todo lo que hemos visto hasta ahora, la sensación es que los de Steve Kerr lo tienen todo de cara.
Los de la bahía dieron con la tecla en el cuarto partido: small ball, mucho peso para Iguodala (en ataque y en defensa), ritmo frenético y circulación de balón. Y la realidad es que, dos partidos después, los Cleveland Cavaliers todavía no han encontrado el antídoto; quizás porque no lo tienen.
Una fugaz aparición de J.R. Smith no es suficiente. James necesita secundarios regulares, que cumplan durante los cuatro cuartos. Hoy el papelón es para ellos. Los Dellavedova, Shumpert, el desaparecido en combate Mozgoz. Si David Blatt no consigue sacar buenos porcentajes y anotación constante de estos jugadores, se antoja muy complicado que LeBron, incluso volviendo a sumar guarismos de extraterrestre, pueda forzar, él solo, el séptimo encuentro.
¿Revolución táctica?
Al igual que Kerr tiró de imaginación (y de un editor de vídeo) para darle la vuelta a la eliminatoria con el 2-1 en contra, podríamos esperar algún tipo de ‘revolución’ por parte de Blatt y su consejo de sabios (Lue, Boyland, Drew, etc.). El problema es que el ex de Maccabi no cuenta con demasiadas variantes posibles. Quizás la inclusión en la rotación de un Shawn Marion que en sus buenos tiempos hubiera sido perfecto para el small-ball sea su única baza.
¿Será capaz LeBron de forzar el séptimo?