Con más de dos años al frente de Chicago Bulls, Fred Hoiberg ha acumulado muchos más reproches que halagos. En su primer curso, aún con Derrick Rose en Illinois, no entró en playoffs. Al siguiente, con Dwyane Wade y Rajon Rondo como flamantes fichajes, el vestuario fue un polvorín.
Ya fuese más o menos acertada su forma de entrenar, hablar o preparar al equipo, lo cierto es que en todo momento estuvo señalado desde dentro (plantilla) como desde fuera (los aficionados han pedido más de una vez su despido). Pero nada es para siempre.
Recientemente, coincidiendo con el retorno de Nikola Mirotic, Chicago ha enlazado hasta siete triunfos incluyendo victorias contra Celtics y Bucks. Algunos lo achacan a cierta casualidad; sin embargo, es en el vestuario donde más crédito le dan, tanto como para que Mirotic y Bobby Portis estén de acuerdo.
«Lo único que sé con certeza es que Fred estuvo aquí casi todo el verano. Vi lo mucho que trabajó, cómo hablaba con los muchachos sin parar a la vez de ver vídeos. Se merece el reconocimiento por lo bien que lo está haciendo. Todos esperamos que siga haciéndonos crecer como equipo para convertirnos en mejores jugadores», explica el montenegrino a Chicago Sun-Times.
Parecidos halagos recibe por parte de Portis. «He escuchado muchas de las críticas de los aficionados, pero siento que Fred ha sido un gran entrenador. Siento que lo hemos hecho mejor de lo que la gente piensa y él se merece mucho crédito por ello».
Viento a favor
Reconstruir nunca es fácil, y menos en una franquicia acostumbrada a ganar en la que los egos –y las quejas–, sobresalen por encima de la figura del entrenador. Por ello, contar ahora con el apoyo de la plantilla, la cual parece creer plenamente en la metodología de Hoiberg, puede marca la diferencia entre un proyecto que se estrelle casi antes de nacer y otro que crezca hasta volver a la élite. En todo caso, queda un largo camino por delante para averiguarlo.