Lejos quedan aquellos días de dominio absoluto de DeMarcus Cousins. Como uno de los pívots más talentosos de su generación, sus días en Sacramento vislumbraban en Boogie lo que han terminado siendo Jokic y Embiid. Esa vuelta tan anticipada del hombre grande al Olimpo de la NBA. Su unión con Anthony Davis en los New Orleans Pelicans insinuaba justo eso, una respuesta directa al baloncesto perimetral que imperó la liga durante la década pasada. Por desgracia, allí mismo fue donde las lesiones comenzaron a minar su carrera. Años de rebotar de un lado para otro sin poder llamar hogar a ninguna de sus paradas. Quizás sea pronto, pero Mike Malone tiene claro que en Denver «ha encontrado su casa».
Lidiar con lesiones que cambian carreras y consecuentes contratiempos que impiden la continuidad es una de las mayores pruebas a las que se puede someter un deportista de élite. Enfrentar el jugador que eras al que tu nuevo físico te permite ser supone una frustración inabarcable. Desde fuera, comparar al jugador que una vez fue una superestrella con el que ahora lucha por mantenerse en la rotación de equipos no necesariamente competitivos termina de apuntillar un conflicto interno que puede dar al traste con cualquier trayectoria.
Durante algún tiempo Cousins fue eso, un recuerdo de lo que lo que fue y no puede ser. Pero también es cierto que hace ya unas cuantas aventuras que se ha establecido como un jugador útil de rotación que aporta lo mejor que le queda a su talento siendo consciente de sus limitaciones. Su paso por Milwaukee ya fue más que aseado, y ha caído de pie en los Nuggets.
Normalmente de carácter incendiario y tendente a la acritud, su técnico le ve pletórico en lo físico y lo mental. «No había visto a DeMarcus continuando a canasta así desde hace cuatro años. Me encanta. Y puedes notar la energía que aporta a sus compañeros. Ya sea después de una jugada como esa, un tapón, un tiro, un mate o un triple. Es una personalidad muy fuerte».
Estas declaraciones venían al respecto de la victoria de los Nuggets frente a los Magic. Más allá de registrar 9 puntos y 5 rebotes en 12 minutos, DeMarcus hizo de apaciguador de Austin Rivers para evitar que el base perdiese la concentración. «Estás muy estresado, te vas a quedar como yo» dijo Cousins señalando su cabeza afeitada. Quizás su estancia en Denver dure unos pocos meses, pues contratos como el suyo se mueven a la velocidad de la luz en esta liga. Pero siempre es agradable descubrir que un jugador sobrevive a sus circunstancias para volver a disfrutar del baloncesto.
(Fotografía de portada de Cole Burston/Getty Images)