La noche del miércoles el Intuit Dome tenía preparado un recibimiento especial para quien hasta hace poco era su estrella. Paul George pisaba por primera vez el nuevo feudo clipper, la que estaba destinada a ser su casa. Y este le recibió con sonido de viento y abucheos. «Es estúpido», dice George de la que era su afición. «Quiero decir, era agente libre. No demandé ningún traspaso ni me opuse al equipo. El equipo me presentó una oferta que era lo mejor para sus intereses y yo actué en base al mío propio».
Era el segundo partido del alero tras regresar de una prolongada ausencia a causa de la hiperextensión de rodilla que sufrió en pretemporada. Entre eso y la presión del recinto, su partido volvió a ser discreto, aunque eficiente. Anotó 18 puntos con solo nueve tiros y en 23 minutos, pero perdió cuatro balones.
No hay mala sangre
A pesar de todo, también hubo un sector de la grada que le regaló vítores. «Los aparecio», admitió. «Esos son los aficionados por los que juego duro. No entiendo los abucheos. Sigo sin entenderlos cuando vuelvo a Indiana. Pero es lo que es». Hace unos meses, George relató en su propio podcast cómo habían procedido las negociaciones entre él y los Clippers. Que no quisieron ofrecerle el mismo salario que a Kawhi Leonard ni aceptar la cláusula antitraspaso que más tarde pidió el ahora jugador de los Sixers.
Estas operaciones harían pensar que la relación se había enfriado, pero PG no guarda ningún tipo de rencor. «No hay nada tóxico con Kawhi ni nadie de la organización», cuenta en The Athletic, apuntando que aún son amigos cercanos. «Se han escrito cosas que no son ciertas sobre la relación con Lawrence [Frank] y Steve Ballmer. Fueron increíbles durante todo el tiempo que yo estuve allí. Es eso lo que lo hace una decisión sorprendente», zanja.
(Fotografía de portada de Harry How/Getty Images)
