Vuelve a casa, vuelve. Tras cuatro derrotas de manera consecutiva como visitantes, los 76ers necesitaban más que nunca volver al Wells Fargo Center, el lugar donde acumulan un balance de 23-2 y curan las heridas que se hacen cuando acuden a las casas de rivales del mismo rango jerárquico en la liga.
Para empujar a que los de Philadelphia volvieran a ganar fue básica la labor (y muñeca) de Furkan Korkmaz, quien cuajó el mejor partido de su carrera en la tarea anotadora, gracias a los 34 tantos con los que acabó el partido ante los Grizzlies. En el momento en el que Korkmaz llegó a los 20 tantos, llevaba un 8 de 9 en tiros y un 4 de 5 en triples. Modo inmaculado casi ON. El tirador contagió a sus compañeros, especialmente a Ben Simmons, quien también aportó 22 tantos y 10 asistencias a la causa. Así, el resultado final para los 76ers fue de 119-107. «Necesitábamos esto», expresó Simmons.
«Ha sido una semana realmente dura. Hoy todo el mundo ha aportado lo mejor de sí, todo el mundo se ayudaba. Todos hemos mostrado un buen rendimiento durante el partido», señalaba Korkmaz, consciente de lo que han sufrido en los últimos cuatro partidos. En ellos, los 76ers se han visto superados por un total de 73 puntos, con una media de 123 puntos encajados. Y todo frente a rivales del Este. Una barbaridad para un equipo que aspira a dar lo mejor de sí cuando toque jugarse las habichuelas en los playoffs.
Joel Embiid también participó en la contienda, pero tuvo que dejarla en el descanso. El pívot notó una contractura en su cuello y decidió no forzar. Hasta ese momento llevaba 10 puntos y 10 rebotes en su haber.
En el lado de los Grizzlies, quienes solo han perdido cuatro de los últimos 17 partidos, Ja Morant finalizó el choque con 15 puntos en el bolsillo. «Ellos han ejecutado su ataque a un grandísimo nivel y han logrado imponer su ritmo», comentó Taylor Jenkins, técnico de los visitantes.
(Fotografía de portada de Christian Petersen/Getty Images).