Fue uno de los mejores hombres que ha dado la NBA en lo que llevamos de siglo XXI. Paul Pierce, retirado hace unos meses como el decimoquinto máximo anotador de la historia de la competición, se convirtió en el hombre franquicia, en el líder de aquellos Celtics que ganaron el anillo en 2008. El MVP de aquellas Finales había sido elegido en el Draft 1998 de la NBA una década antes, por los propios Celtics, que lo seleccionaron en el número 10.
A pesar de que Pierce luego se convertiría en uno de los ídolos de la franquicia verde, sus inicios en Massachusetts no fueron sencillos. Para empezar, ni él mismo se esperaba salir elegido por Boston en el Draft de 1998. Para ser más exactos, jamás había estado en la ciudad que luego se rendiría a sus pies.
“Creo que estaba en shock. Estaba proyectado para salir en el Top-5. Nunca había ido a Boston, nunca entrené para ellos. Me acuerdo de hablar con mi buen amigo Chauncey Billups cuando él jugaba en Boston y yo todavía estaba en la universidad. Cuando le preguntaba sobre historias de la NBA, el tipo me asustaba contándome cómo eran los training camp con Rick Pitino”, ha asegurado estos días Pierce a Boston.com.
“Cuando me eligieron, pensé: ‘¿Qué?’. No me lo podía creer, porque vino de la nada. No estaba previsto que yo saliera tan lejos. Lo único que pensaba era que me había elegido el equipo que odiaba mientras crecí y en Pitino matando a todo el mundo en los entrenamientos. Fueron sentimientos encontrados porque al mismo tiempo era como si yo estuviera feliz por haber sido elegido para jugar en la NBA”.