Carmelo Anthony se ha marchado tras siete años como cabeza visible de New York Knicks; sin embargo, en la Gran Manzana no hay miedo ante lo que pueda llegar, sino ilusión por ver cómo se desenvuelve Kristaps Porzingis siendo la primera espada del equipo.
Con tan solo 22 años y dos temporadas a sus espaldas, este espigado letón se ha ganado el cariño de la afición neoyorkina a base de exhibiciones sobre la cancha que se traducen, en el curso 2016-17, en 18,1 puntos, 7,2 rebotes y 2 tapones por partido. Sus números están bien, pero Porzingis sabe que aún tiene mucho camino por recorrer siendo la nueva cara de los Knicks.
«Es algo que quería llegar a ser algún día. Simplemente se trata de seguir trabajando y mejorando. Así seguiré creciendo como jugador y espero que también lo podamos hacer este año como equipo», expresa a ESPN antes de recalcar que entiende que habrá tanto buenos momentos como malos.
«Obviamente, cuando todo marcha bien, puedes ser una especie de dios. Después, todo va mal y quieren matarte. Tengo claro que va a haber momentos difíciles, de eso estoy seguro. Mientras me mantenga fuerte mentalmente todo irá bien».
Cuestión de paciencia
Con lo ofrecido en sus dos únicos años en la NBA no extraña que los Knicks le encarguen la tarea de ser el jugador franquicia, pero ello no debe conllevar una exigencia inmediata que pueda acabar con el que podría ser uno de los mejores jugadores de la liga en temporadas venideras. Al menos las palabras de Porzingis irradian calma, tanta como para hablar ya de situaciones complicadas que deberá superar.