Klay Thompson ha demostrado en más de una ocasión que es uno de los jugadores que parece alcanzar el concepto de «indefendible» cuando entra en una buena racha. Su tiro, uno de los más letales de la NBA, le confiere la capacidad de anotar desde prácticamente cualquier posición, algo que vivieron en sus carnes los Sacramento Kings durante el partido de anoche.
El escolta vivió una de esas explosiones anotadoras que le caracterizan y firmó un primer cuarto al alcance de muy pocos. En apenas seis minutos de juego ya había convertido cinco lanzamientos desde el triple, a los que añadió dos canastas más para irse hasta los 19 puntos en menos de nueve minutos. Los Kings no pudieron hacer más que tratar de puntear sus tiros en catch and shoot mientras veían como al de los Warriors se le caían los puntos de las manos.
Esta brutal irrupción de Klay cuando el partido apenas estaba empezando supuso que el encuentro quedase carente de emoción desde muy temprano. Cuando Kerr decidió sustituirle el marcador era ya de 29-9, y el primer cuarto acabó con un 39-18 que eliminó cualquier opción de igualdad en el electrónico. Thompson terminó el partido con 30 puntos, lo que le convirtió en el máximo anotador del mismo por delante de Kevin Durant, que logró 26 tantos.
Déjà vu
Este tipo de actuaciones no son ni mucho menos novedosas en Klay. Mientras iba anotando, se hacía imposible no rememorar aquel 23 de enero de 2015 en el que, también ante los Kings, alcanzó la friolera de 37 puntos en un solo cuarto sin fallar ni un solo tiro de campo. Aquel logro, que supuso el récord histórico de puntos en un solo cuarto, es notablemente superior al de anoche, pero no por ello ensombrece otro gran registro de un jugador que pasará a la historia como un anotador compulsivo.