Qué opinan los jugadores de los partidos sin público: «Hablé como un demonio, tío»

Raro. Jugar sin público, por mucho que el resultado final en televisión quede bastante aseado, es tremendamente extraño. Y quienes mejor pueden confirmarlo son los propios jugadores.

El miércoles, en el encuentro inaugural, Louis Williams, microondas de los Clippers, aseguraba haber gritado como nunca en su carrera. Ahora sus compañeros le oirán con mayor claridad.

«Mi voz está un poco rasposa porque nosotros somos todo lo que tenemos ahora. Hablé como un demonio, tío. Esta ha sido la vez que más he tenido que hablar durante un partido. Normalmente, cuando los fans están animando, gritando y celebrando, esa es una oportunidad para relajarte, descansar y volver a meterte en el partido. Hoy no pude hacer eso», confesaba, quizá exagerando un poco —en lo de gritar como un poseso— Lou Williams. Sus palabras fueron recogidas por Mark Medina, periodista de USA Today acreditado en la burbuja.

La nueva situación, nueva realidad, «te fuerza a estar todo el rato metido e involucrado, desde el cuerpo técnico a los chicos en la cancha y los jugadores en el banquillo. Esto forzará a todo el mundo a crear energía para sí mismos para estar todos en la misma página y crear buen ambiente para el equipo», añadía el tres veces Mejor Sexto hombre. Este año, por cierto, Lou pelea por el galardón junto a Montrezl Harrell, compañero de vestuario, o Dennis Schroder.

Cuando Williams atendía a la prensa tras meterle 22 puntos a Orlando, pasó por ahí el siempre afónico Doc Rivers, que escuchó los comentarios de su jugador. «Ahora sabéis que es por eso por lo que tengo la voz así», bromeó el técnico de los Clippers. «Puede que tenga mejor voz después de esto. Quién sabe», añadía.

Tan bromista e irónico como siempre Doc.

«¿Tendríamos que haber sido gritado más? Puede que sí. Sin los aficionados, tenemos que ser más habladores y animar más. Pero siempre me ha gustado como nuestros chicos animaban a sus compañeros. Esto es una atmósfera diferente, así que puede que tengamos que hacer las cosas diferente. Pero nuestros chicos hacen un gran trabajo animándose unos a otros», defendía el propio Rivers.

Los sonidos de pista, los frecuentes bramidos, no se distinguieron tanto como se esperaba debido a que los comentarios de TV lo impidieron. Pero sí se pudieron escuchar situaciones bizarras como Kawhi Leonard protestando una decisión arbitral. Y pensábamos que lo habíamos visto todo.

«Nosotros ya habíamos hablado de generar esa energía. Por eso es por lo que estos ensayos son importantes, para sentirte más cómodo sin tener a 16 o 17 mil personas y eso es algo que será parte de todos los equipos», agregaba Steve Clifford, técnico de los Orlando Magic, rival ayer de los Clippers.

«No sé si aplaudir es lo que necesitamos hacer durante los tiros libres, pero sí que creo que la parte de animar, la positividad de compañero a compañero es importante en nuestra Liga», completaba Clifford.

Nueva realidad, diferentes estatutos de un mismo negocio. Pero que nadie olvide que esto es baloncesto, la NBA, y no por dibujar un horizonte modificado todo va a ser distinto. Aquí no ganará quien más ánimos dé, desde luego. «No creo que nadie vaya a ser mejor por jugar en este ambiente. Los grandes jugadores seguirán siendo grandes jugadores. Los jugadores de rol seguirán siendo de rol. Y el mejor equipo ganará», opinaba de nuevo Doc Rivers, que del gremio sabe un rato.

Por cierto, el periodista Chris Mannix (Sports Illustrated) apuntó que la temperatura dentro de los complejos de juego era realmente baja. Quizá más de lo necesario dado el pegajoso y húmedo calor que acecha ahora en Florida. «El pabellón estaba helado. Lo juro, hay como 40 grados de diferencia de la espesa humedad de la Florida central a la caja de hielo donde se juegan los partidos NBA», relataba.

Claro, esos 40 grados no son Centígrados sino Fahrenheit, unidad de medida que todavía resiste en Estados Unidos.

(Fotografía de portada: Harry How/Getty Images)


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