Reacciones al adelanto de LeBron a Kobe

Ya tras la victoria de los Lakers en Brooklyn, la reportera no pudo evitar centrarse en el próximo titular. Uno inevitable y que, salvo causa extraña, llegaría en el siguiente partido. Subir su zapatilla al tercer peldaño de lo más alto de la más alta torre, y hacerlo con el uniforme seña de identidad de quien, como él mismo ha descrito: «uno de los jugadores en quienes más me fijaba en mi época de instituto», y que tras mirarlo hombro con hombro durante muchos años ahora podrá hacerlo, desde esta faceta al menos, un poquito desde más arriba.

Kobe: auténtico know how

«No sé si la gente quiere o no quiere este tipo enfrentamientos donde unos quieren que sobrevivan sus récords mientras otros están deseando que los rompan. Deberías sentirte feliz por la persona que es capaz de superar algo que tú has hecho. Es de críos pensar de otra manera». Así se expresaba Kobe Bryant la semana pasada para USA Today, adelantando su reacción a lo que estaba por venir.

A título individual y anillos a un lado, quizás su marca más valiosa: top-3 en puntos anotados en temporada regular desde que la NBA es NBA. Ahora top-4, pues no le ha quedado otra que ceder ante la gigante sombra de LeBron James, cuyo diámetro máximo aún es difícil de predecir. Y Kobe, sincero en sus palabras, feliz por que le arrebaten el bronce y expulsen del podium.

Twitter, fiesta nacional

Y cómo él, aunque sin sufrir tan directo y en sus carnes el récord, medio mundo de la canasta. Jugadores en activos y retirados; medios de comunicación, y personalidades ajenas a este deporte. Todos querían expresarse y unirse a la montaña de felicitaciones al que, sin ser la anotación la rama por la que más destaca o se le reconoce (no es un KD, no es un Harden), arrolla y ajusticia como una locomotora. Como un motor en perfecto ralentí.

Un jugador, como magníficamente (para variar) transmite Nike en su singular felicitación, inacabable.

Además, la ocasión era pintiparada, fans y analistas, a maldad o no, han aprovechado el momento para ampliar la comparativa entre ’23’ y ’24’ de los Lakers; un careo donde numéricamente y en términos estrictos de stats, no hay color, excepto el del rubor.

Y no sólo Kobe. La onda expansiva afecta a no pocas leyendas en categorías donde siempre se les ha considerado reyes y/o especialistas.

Una rivalidad que por más que haya sido alimentada por prensa, afición y el propio despliegue competitivo y baloncestístico de ambos, ha sido reducido a cenizas por una amistad, una fraternidad que comenzó a regarse en sus primeros encuentros como miembros del Team USA. Dos caracteres tan distintos como, se ha demostrado a la larga, compatibles. Rivales en la madera, amigos en cuanto rugía la bocina del fin de partido.

Y así lo reflejaba LeBron la misma noche en que sabía que sobrepasaría a su antiguo ídolo. En el lateral de la zapatilla. Mamba 4 life.

A tiro de piedra (escocesa)

¿Y por delante? Un saco repleto de correspondencia y las gafas menos estéticas que uno pueda imaginar. Karl Malone y Kareem Abdul-Jabbar. Dos inalcanzables a quienes sin embargo no son pocos, y con razón, quienes les colocan fecha de caducidad. Pues el otoño (mucho menos el invierno) no ha rozado apenas todavía las piernas de Lebron James.

Rivales y amigos

Del wow de su hermano en Miami, Dwyane Wade al pagafantismo de Kendrick Perkins, pasando por el vacile propositivo de Glen Davis. Todos a los pies de un jugador único. Un jugador al que le queda nada por demostrar, pero sí todavía carreteras por recorrer.

Y terminar, qué mejor, con el meme discotequero del año. Válido para cualquier situación. Ese chico y su tenaz mensaje. The real chapa. El auténtico GOAT.

(Fotografía de portada de Mike Stobe/Getty Images)


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