Milwaukee sigue sin tener entrenador. Los Bucks, dirigidos por Joe Prunty desde que despidiesen a Jason Kidd, llevan desde su eliminación a manos de Boston entrevistando a futuribles entre los que se cuenta a Mike Budenholzer y Monty Williams como favoritos al puesto. Sin embargo, y contra todo pronóstico, en las últimas hora ha aparecido un nombre con el que nadie contaba.
Hablamos de Rick Carlisle. Entrenador jefe de Dallas Mavericks desde 2008, Carlisle llevó a los de Texas al único anillo de su historia en 2011. Desde entonces, y pese a que los resultados han ido decayendo hasta el punto de acumular dos temporadas consecutivas sin playoffs, su estrecha relación con Mark Cuban, propietario del equipo, y Dirk Nowitzki, mejor jugador de la historia de los Mavs, su trabajo no se ha puesto en entredicho en ningún momento.
Quizás por ello, por entender su continuidad en Dallas tan segura como se escucha por boca de Cuban –«Rick será nuestro entrenador mientras así lo desee», llegó a decir–, sorprende que Gery Woelfel, periodista de Milwaukee, señale no solo que su nombre está sobre la mesa de la oficina de los Bucks, sino que es el propio Carlisle quien está interesado en tomar los mandos de la franquicia de Wisconsin.
Ante tal rumor la respuesta del técnico de los Mavs no se ha hecho esperar. «Los rumores que apuntan a mi interés en conseguir el trabajo en Milwaukee son completamente inexactos. Trabajo para Mark Cuban y los Mavericks», aclara en declaraciones a Eddie Sefko de The Dallas Morning News.
Un extraño encaje
Cuesta ver a Carlisle dejando Dallas por voluntad propia. Cierto es que lleva dos años sin tener buenos resultados a nivel deportivo, lo cual supone una anomalía para un técnico que en sus primeras 24 campañas en la NBA solo estuvo una sin saborear la post temporada. Pero ese parece un nimio motivo para dejar un asiento en el que se siente cómodo y respaldado laboralmente. Puede que el proyecto de Milwaukee sea tentador con Giannis Antetokounmpo a la cabeza, pero Carlisle parece inclinado a continuar en Texas aunque se vislumbran varios años en el barro.