Enero de 2017. Para Rudy Gay una fecha imposible de olvidar. El alero sufría una rotura completa del tendón de Aquiles, que le iba a tener en el dique seco nueve meses – no volvería a jugar hasta finales de octubre – y le ponía en la situación profesional más complicada que le había tocado padecer como jugador.
Ese verano del curso pasado, Gay dejaría atrás Sacramento y acabaría enfundándose la camiseta de los Spurs, lo que psicológicamente también le sirvió para poder cerrar una gris etapa e intentar iniciar otra nueva en la que pudiera volver a vestirse de corto. Y es que, cuando se pasa por una lesión de tantísimo impacto, el cuerpo es complicado que vuelva a ser el mismo; a responder de la misma manera cuando intenta realizar las acciones a las que antes estaba habituado. Y eso, sin duda, mina tremendamente la capacidad de motivación de cualquier deportista.
Leer las siguientes palabras a Gay supone un motivo para la alegría. En ellas, el alero deja claro por primera vez tras esa lesión que ya ha superado totalmente las secuelas de la misma; que se encuentra en plena forma para empezar la temporada y que espera poder rendir al mejor de sus niveles. Y ojalá que sea así.
“Todo funciona. Me siento un atleta de nuevo”, comenzó diciendo el jugador, en una entrevista para San Antonio Express-News. “He estado trabajando duro. He perdido algo de peso. El año pasado fue una lucha para mí, así que he tratado de perder peso para aliviar la carga sobre mi pie, y lo he hecho a través de los entrenamientos y de comer mejor. Es ahora o nunca para mí”.
Tras ese regreso a las canchas la anterior temporada, Gay llegó a disputar 57 encuentros, aunque no logró encontrarse fino físicamente y en algunos momentos tuvo que parar por prudencia. A pesar de todo ese contexto, el alero logró 11,5 puntos y 5,1 rebotes de media durante lo jugado.