El despido de Phil Jackson desencadenó una serie de movimientos en las oficinas de los New York Knicks. Steve Mills accedió a la presidencia y desde Sacramento Kings se fichó a Scott Perry para nombrarle nuevo general manager de la franquicia.
Perry, que sabe que no lo tendrá nada fácil ante un exigente territorio como es Nueva York, confía plenamente en su amplia experiencia en el mundo del baloncesto para devolver los mejores días a los deprimidos Knicks.
«Nunca se sabe cuando llegará una oportunidad, y si lo hace, acéptala rápidamente», dijo Perry al Boston Globe. «Afortunadamente me vino desde Nueva York, una franquicia tan histórica como los Knicks. Me siento muy bien preparado para el trabajo. He pasado 30 años en este negocio. 13 como entrenador universitario, y 17 en la NBA… Es un momento emocionante, una oportunidad emocionante para la que trabajé muy duro durante estos años», destacó.
Arduo trabajo por delante
Con el culebrón Carmelo Anthony todavía sin resolver, Perry deberá lidiar con su posible continuidad en el equipo. Todo ello en medio de una anunciado reconstrucción donde harán hincapié en sus jóvenes figuras, tales como Kristaps Porzingis, Tim Hardaway Jr. o la elección del pasado Draft 2017, Frank Ntilikina.
«Lo primero que diría es que todos los trabajos en los deportes profesional son muy complicados», señaló. «Nueva York es una de las ciudades más emblemáticas del mundo. El punto de exigencia es muy grande. Pero eso no hará que me pierda. Soy capaz de aplicar mi experiencia, mi personalidad… Cosas que he aprendido durante estos años y haré mi parte para intentar devolver el éxito a este equipo», añadió.