Anoche vivimos un momento durísimo en el partido entre Dallas Mavericks y Utah Jazz, uno de esos que no se te va de la retina por lo doloroso que es no solo para el que lo sufre, sino para el que entiende lo que puede suponer para la carrera para un chico que apenas está empezando; y es que en cancha de los Mavericks vimos a Taylor Hendricks sufrir una gravísima lesión que pone fin a su temporada NBA.
Sin que hubiese contacto de por medio, y mientras se desarrollaba un ataque, el joven jugador de los Jazz resbaló y en el gesto involuntario que hizo se fracturó el peroné de su pierna derecha y sufrió además la dislocación del tobillo.
Acabado el choque con derrota por 102-110, el entrenador de los de Salt Lake City explicó lo mal que se sentían tras la gravísima lesión sufrida por su pupilo de 20 años. «Es difícil de digerir. Ha trabajado mucho. Es un gran chico. Ahora queremos centrarnos en él, en su salud, en mantenerlo en pie, en su ánimo mientras comienza el camino de su recuperación. Estos momentos son lo peor del deporte», comenta. Lo cierto es que las imágenes son muy duras.
Nada más producirse la lesión, y entendiendo lo grave que era, los servicios médicos saltaron raudos a la cancha para atender al alero. Lo sacaron de la cancha en camilla y posteriormente se le pudo ver usando una bota protectora y muletas al abandonar el American Airlines Center tras el partido.
Elegido con el número 9 del draft de 2023, Hendricks era una pieza muy importante de lo que intentan construir los Jazz. Como novato promedió 7,3 putos y 4,6 rebotes. Su técnico, Hardy, está convencido de que volverá con fuerza. «Esto está lejos de terminar para él. Es simplemente una pausa para Taylor. Puedes ver que su trabajo está dando frutos aunque la temporada solo haya empezado. Puedes ver los destellos, puedes ver hacia dónde podría ir esto con él. Todo eso es mérito suyo», sentencia.
(Fotografía de Richard Rodriguez/Getty Images)