Ayer Tobias Harris firmó su mejor partido desde la llegada de James Harden a los 76ers. El alero anotó 26 puntos en la victoria de su equipo frente a Orlando Magic en la prórroga. Incluyendo el triple que los puso en ventaja en el tiempo extra. Hasta ahora a Harris le había costado mantenerse relevante en el juego de Phily con la pérdida de protagonismo que suponía y supone el aterrizaje de La Barba. A él no le preocupa demasiado. «Todo el mundo está sacando conclusiones por tres partidos. Yo solo me quedo rezagado evaluando, viendo vídeos, pasando tiempo extra en el gimnasio, tirando y manteniéndome en ritmo porque soy alguien que se adapta» decía tras su notable actuación.
El jugador no negaba que era un rol nuevo para él, pero en ningún momento decía sentirse incómodo. «Simplemente es averiguar cómo puedo ser eficiente. Ya sea tirando 8 tiros o 18. Ser eficiente y mantener el tipo en ambos lados de la cancha requiere mucho trabajo». Por momentos sus desconexiones del juego han sido sangrantes, finalizando cuartos completos casi sin mirar el aro. Esto hace especialmente importante lo de mantenerse en ritmo. Sentir que estás contribuyendo al sistema ofensivo para que cuando te llegue el balón la concentración siga ahí. Harris lo consiguió frente a los Magic, y ahora queda convertirlo en una constante para ser el especialista que la situación demanda.
Sus compañeros creen de veras que terminará siendo ese jugador tarde o temprano, sin renunciar a las facetas que le convierten en una de las estrellas del equipo. «Es una persona muy poco egoísta. Ha sacrificado mucho por este equipo. Reconocimientos individuales, estadísticas… Es el alma del equipo y verle nos levanta el ánimo» dijo George Niang. Como líder de vestuario, es importante que Tobias Harris reme en la misma dirección que el resto de sus compañeros. Y aunque cueste más de lo esperado, con él no existe la posibilidad de rendirse sin intentarlo hasta el último aliento.
(Fotografía de portada de Stacy Revere/Getty Images)