¿Nos impresionamos mucho, poco o mejor nos vamos acostumbrando a verlo como algo normal?
Lo de Stephen Curry empieza a escapar a toda lógica aplicada hasta ahora, porque en sus triples anotados comienza a ser irrelevante la distancia desde la que ejecuta estos. Anoche fue otro más. No contó por milésimas, pero eso lo de menos. La insultante facilidad con la que ve aro desde donde otros, con suerte, encestarían una de cien, empieza a hacerme dudar.
Ya son tantas que las palabras «casualidad» y «suerte» empiezan a pronunciarse con boca pequeña. Un globetrotter que además es jugador de baloncesto profesional, y le da, en mitad de los partidos, por mezclar aficiones y de paso dejarnos a todos con cara de circunstancia.
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