Un decepcionado Michael Beasley esperaba renovar con los Knicks

Antes del inicio de la nueva temporada regular, Michael Beasley disputó las Ligas de Verano con los Blazers con el objetivo de hacerse un hueco en la NBA. Sin embargo, pese a su notable rendimiento en la pista, no le llegó ninguna llamada para ofrecerle un contrato.

Y mientras los días han pasado ha estado entrenando en Miami junto al técnico Ronnie Taylor a la espera de recibir (por fin) una nueva oportunidad en la liga. Y de toda esta situación, de sus inicios en la NBA o de su paso por los Knicks ha hablado recientemente en una entrevista concedida al medio HoopsHype.com.

Pregunta. Ibas a jugar con los Nets en ‘La Burbuja’ de la NBA. ¿Qué te pasó por la cabeza cuando estabas a punto de volver a la NBA?

Respuesta. «Me puse malo en ‘La Burbuja’. Creo que al cuarto o quinto día de cuarentena me desperté vomitando como unas veinte veces. Tuve que ir al hospital, y allí descubrí que tenía COVID-19. A partir de ahí todo se torció».

P. ¿Qué has estado haciendo desde entonces?

R. «He estado en el gimnasio intentando ser lo más positivo posible. Me he rodeado de buena gente. Si miras mi Instagram he estado realizando entrenamientos con John Wall, Tyreke Evans… Trato de mantenerme centrado, en mi objetivo. No importa lo oscuro que se ponga o lo poco realista que pueda parecer. Tengo sueños, y si por algo quiero ser recordado, es por haber luchado por ellos. Estos últimos tres años he estado en el gimnasio trabajando en mi juego. Haciéndome más fuerte, afinando mi tiro, mejorando mi rebote, la defensa en uno contra uno y cinco contra cinco. He vuelto a estudiar el juego y he repetido ese proceso».

P. ¿Por qué deberían ficharle?

R. «En primer lugar por mi capacidad anotadora. Todo el mundo la conoce. Creo que mi mentalidad nunca se ha puesto de manifiesto. Conozco muy bien el juego a ambos lados de la pista. Quiero demostrar que sé jugar en defensa y que no solo soy un mero anotador. Puedo influir de muchas formas distintas».

P. Cuando observa que otros veteranos obtienen contratos de 10 días. ¿Qué piensa de su regreso y le da esperanzas de tener otra oportunidad?

R. «Al cien por cien. Me alegro mucho por ellos. He estado en el gimnasio con alguno de ellos los últimos años. Brandon Knight, Mario Chalmers… Al mismo tiempo me motiva para esforzarme más. Es fácil rendirse cuando pasa esto. Estoy esperando una llamada, y cuando me llegue, estaré preparado».

P. ¿Hay algún tipo de historia o relato sobre usted con la que no esté de acuerdo y quiera aclararlo?

R. «No estoy de acuerdo con ninguna. Me siento, literalmente, que todo el mundo sabe lo que pienso o qué lo voy a decir. Pero eso no hablo nunca. No soy quienes ellos piensan. Pongo mucho trabajo en mi juego y mucha energía en mi mentalidad. Tantas lágrimas, tantos errores, tantas perfecciones y repeticiones. Escuchar a la gente decir que mi carrera solo se basa en el talento o que no trabajo lo suficiente, me corroe por dentro. Es una de las razones por las que estoy en el gimnasio y sigo trabajando».

P. ¿Qué encajó en su tercera campaña con Minnesota Timberwolves? (Su mejor campaña estadísticamente: 19,2 puntos y 5,6 rebotes por jornada).

R. «Simplemente tenía un entrenador que hablaba conmigo. Kurt Rambis. Y hasta el día de hoy seguimos hablando. Creo que para mí ha sido mi mejor entrenador desde la Universidad. Frank (Martin) solía hablar mucho conmigo, me preguntaba por el juego y me retaba para que consiguiera más».

«Y lo primero que me dijo Rambis cuando me traspasaron a Minnesota: ¿Quiénes han sido las dos mejores franquicias en las últimas dos décadas? Y yo le respondí: Lakers y Bulls. ¿Qué ofensiva tienen? El Triángulo, le dije. ¿Y quién anotaba más puntos? Los ‘tres’. Entonces me miró y me dijo: Tú vas a ser ese tres. Puso la responsabilidad sobre mí. Confiaba en mí para anotar. Y entonces me lesioné y peleé mucho por jugar aquel año. Y entonces le despidieron y yo me enfadé muchísimo. Pensé que ese equipo con ese sistema podría haber llegado muy lejos. Tenía un entrenador al que le importaba mi opinión. A veces nos peleábamos, pero cada vez que lo hacíamos, lo hablábamos y llegábamos a un acuerdo. Tanto si tenía razón como si no. Siempre confié porque sabía cómo ganar a esto».

P. ¿Y cómo fue jugar para los Knicks?

R. «Los Knicks realmente me hicieron mucho daño. En los Knicks tenía a Rambis, y creo que a los 15 ó 20 partidos se acercó a mí y me preguntó: ¿Deberías estar jugando? Y yo le dije: Sí. Y antes de que pudiera responderle nada más, me dijo: Entonces sal a la pista y demuéstrale al entrenador por qué deberías jugar. Tenía algo por lo que jugar allí».

«Y por aquel entonces, nadie lo sabía todavía, pero me enteré en un entrenamiento que mi madre tenía cáncer. Eso fue una motivación extra para mí. Después de cada partido cogía el coche y me iba a Baltimore a estar con ella. Tras cada partido. Tras cada entrenamiento».

«Nueva York hirió mis sentimientos. Quería quedarme allí durante el resto de mi carrera. Tuve un buen año. Estábamos perdiendo, pero era un punto brillante. Solía conducir y coger un tren después de cada partido porque mi madre tenía cáncer. Al final de la temporada, en la reunión de despedida, en el vuelo de vuelta a casa fue cuando despidieron a Jeff Hornacek. Tenían a Corey Gaines haciendo las reuniones del final de la temporada. Entro, repasa mis estadísticas del año. Y me decía a mí mismo: Esta vez lo has conseguido. Tienes un buen contrato y te has asegurado un hogar por al menos los próximos tres años».

«Si nos fijamos en mi carrera, incluso desde el instituto, nunca he jugado más de dos años en ningún sitio. Me di una palmadita sobre mi espalda antes de entrar en la reunión con Steve Mills. Entro allí, me miran y me dicen: Michael Beasley es uno de los jugadores con más talento que se ha puesto la camiseta de los Knicks, pero ¿cómo nos ayuda a ganar? Aquella vez fue cuando más confianza hubiera querido tener, pero me quedé sin palabras. Me confundió. Tras 20 ó 30 segundos en silencio, dijeron algunas cosas positivas sobre mí y que se mantendrían en contacto con mi agente. Eso no fue la peor parte. Estaba muy unido a mi madre, y mi sueño era jugar en DC y estar cerca de casa, pero estar en Nueva York era lo más parecido a jugar DC porque estaba lo suficientemente cerca de mi madre».

«Y llegó la agencia libre. Mientras negociábamos mi contrato me sorprendió que solo quisieran darme un año por el mínimo de veterano. Querían que volviera a Nueva York, pero por el mínimo. Me dije: Eso no es justo. Al menos darme un millón más. Y entonces, mientras negociábamos, ficharon a Mario Hezonja y le dieron mi dorsal y el contrato que yo pedía. Lo que me obligó a firmar con los Lakers. Y no es que yo quisiera firmar con Los Angeles, pero sí que pusieron mucho interés junto a Oklahoma City Thunder. Volar unas seis horas después de estar tres o cuatro horas al volante me pasó factura. Esa es la parte que más me dolió. Yo no me merecía aquella situación y mi madre tampoco».

P. ¿Una parte de ti intenta volver a la liga por tu madre?

R. «Al cien por cien. Hay cosas que he hecho y que ella debería haber visto. No es culpa suya. No es culpa mía. No es culpa de nadie. De cara al futuro quiero darle un buen espectáculo».

P. ¿Qué opina de su carrera hasta el momento?

R. «Sinceramente creo que la gente no me falta el respeto, pero pasa por alto todo lo que he sido capaz de hacer. Si nos fijamos en mis números por cada 36 minutos, son números de All-Star. El argumento durante toda mi carrera es que nunca me han dado un tiempo extra para jugar».

«Y fuera de la pista. Mi madre murió cuando estaba en los Lakers. Luché contra eso y volví. Mi primo se murió el día que me olvidé los pantalones en Oklahoma City. Ese día estuve todo el día luchando, tratando de sobreponerme. Quería ir al funeral, pero ya me había ido cuando pasó lo de mi madre. Solo quería estar ahí con el equipo, y todo el mundo se rió de mí. En toda mi carrera nunca me han dado la verdadera oportunidad de demostrar quien soy. De demostrar que puedo ganar de verdad y de ser alguien. El mundo entero se ha reído de mí. Y eso me ha dolido. No te voy a mentir».

P. En ese momento, ¿se lo contaste a alguien?

R. «No. No me gusta darle lástima a nadie. Mi madre estaba pasando por un cáncer quizá un año antes de contárselo a nadie. Ella estaba siendo fuerte, y yo también trataba de hacerlo. Intentaba demostrarle que era fuerte, pero fue muy duro. La verdad. Cuando sucedió aquel tema de los pantalones, pareció una excusa. Pero yo nunca dije nada. Pensé que se acabaría, pero esa mierda nunca muere. Cada jodido año seguía muy vivo. Ni siquiera mis mejores amigos los saben. Todavía hacen bromas sobre aquello. Y no les digo nada. Si les hace felices… No voy a ir entristeciendo a nadie».

(Fotografía de portada: Harry How/Getty Images)


EXTRA NBAMANIACS

Nuestro trabajo en nbamaniacs es apoyado por lectores como tú. Conviértete en suscriptor para acceder a beneficios exclusivos: artículos especiales, newsletter, podcast, toda la web sin publicidad y una COMUNIDAD exclusiva en Discord para redactores y suscriptores.