Si antes de comenzar la temporada 2024-25 de la NBA desde Utah Jazz deslizaron que iban a centrarse en el crecimiento de los jóvenes por encima de las victorias, el presente está siendo aún más claro respecto a tal afirmación: seis partidos y seis derrotas por una desventaja media de 18,7 puntos por partido…
Los de Will Hardy están siendo un auténtico desastre y anoche dieron una nueva prueba de ello al caer en Denver por un aplastante 129-103. Si el equipo ya estaba cogido con pinzas, perder por lesión a piezas tan importantes como Jordan Clarkson o Lauri Markkanen ha terminado por mandarles a la lona antes de saltar a la cancha.
Respecto al jugador internacional por Finlandia, el hecho de que le firmasen una extensión máxima de 5 años y 238 millones de dólares no asegura ni mucho menos su continuidad a largo plazo; más bien apunta a tenerle atado para que valor en el mercado siga al alza y poder sacar lo máximo a cambio.
Mientras reestructuran el equipo y dan forma a una plantilla competitiva –hablamos de años– estarán a la cola de la NBA; tanto es así que en el presente curso son los únicos que aún no han estrenado el casillero de victorias. Otros conjuntos llamados a estar abajo como Detroit Pistons o Portland Trail Blazers han ganado mientras ellos firman por el momento un paupérrimo 0-6.
El cambio de discurso es claro. Los de Salt Lake City se encuadraban hasta la fecha en ese grupo de equipos que parecía dispuesto a seguir compitiendo mientras reconstruían, pero finalmente se han lanzado al tanking más clásico, ese en el que ganar es casi motivo de disgusto. Les podrá salir mejor o peor, pero los buenos jugadores suelen crecer bastante más con un plan más ambicioso. El ejemplo más claro puede ser Cade Cuningham en los Pistons, quien llegó como un talento generacional a la Liga y ahora lleva mucho tiempo prácticamente olvidado (ya juegue mejor o peor).
Salvando las distancias (Cunningham fue número uno), en los Jazz tienen a un Keyonte George que parece destinado a ser pieza esencial del proyecto. Puede serlo, pero no puede vivir y crecer jugando por nada.
(Fotografía de Dustin Bradford/Getty Images)